Menú
Carlos Semprún Maura

La venganza de Segolène

A mí me resulta simbólico que, en el Festival de Aviñón, se monte un “Platon” con actores en pelotas sobre el escenario. Los aficionados a Chejov sabemos que el mal de vivre de sus personajes también se manifiesta por su incapacidad de desnudarse, y no me refiero únicamente a desvestirse. Pues todo es igual, todo desatina: “Sí, han cambiado los diputados, pero ¿quién cambiará a los 60 millones de franceses?”, uno se irrita al constatar cuan difícil resulta cambiar las cosas en este país tan conservador. No siempre lo fue. Todo el mundo, por ejemplo, aplaude, abierta o discretamente, la llegada de Jean-Jacques Aillagón al Ministerio de cultura, y es cierto que este señor tiene un historial simpático. Perfecto self made man, como se dice en Figueras, de origen muy humilde, fue un buen consejero cultural de la Alcaldía de París, y un buen director del Centro Pompidou, pero desde que es ministro, sólo dice sandeces.

Su modelo parece ser Jack Lang, y por lo tanto, opina que hay que desnudar a Chejov, y cosas peores. Por ejemplo: sus dos primeras chargées de mision son, Blandine Kriegel, encargada de un informe “sobre la violencia” y Catherine Clement, encargada de definir cuál debería ser el contenido de la televisión estatal. Estas dos señoras fueron “mitterandistas” furibundas, también con cargos y prebendas, durante el “régimen anterior”, pero sobre todo perfectas inútiles porque, las cosas como son, en torno a Mitterand no sólo había tontos. También es cierto que la señora Kriegel, no ha aceptado solamente dicha “misión”, sino que claramente ha traicionado: ha entrado hace muy poco en el Eliseo, como “consejera”, no sé de qué. Sin ser –o siendo ¡qué más me da!– misógino, precisaré que es la esposa del tenebroso Rastignac, Alexandre Adler.

Y ¿qué tiene que ver Segolène Royal con esto? Pues todo. Cuando era Ministra de la Familia del gobierno Jospin, no hace mucho, y como tenía tiempo de sobra, además de filosofar –como cuando declaró que el Gobierno tenía que dirigir los sentimientos de los franceses– lanzó una cruzada contra la violencia y el sexo en la sociedad, en la escuela, y en la televisión. Esto, que sus camaradas socias, acogían, por lo general, con sonrisas, parece haberse convertido en programa del gobierno Raffarin. Que el laxismo ante el aumento de la inseguridad ciudadana del gobierno Jospin y anteriores, exija medidas drásticas, es probable, pero la imagen del gobierno de Raffarin, que presenta más represión, más cárcel, y más censura, y siempre la misma burocracia estatal, no es exactamente lo que yo considero como liberal. Un reciente editorial en Le Figaro, me da la clave. Se trata de un liberalismo à la française, se dice, que desconfía del capitalismo, y venera el estado. Apaga y vamonos.

Resulta que el pobre Jean-Claude Trichet, gobernador de la Banque de France, y candidato favorito a la sucesión del Wim Duisenberg a la dirección del Banco central europeo, se encuentra ante los tribunales, y va a tener que pagar el pato por las estafas organizadas por Mitterand y su Primer ministro de entonces, Pierre Beregovoy, en torno a las actividades del banco pirata Crédit Lyonnais. Pero, ¿por qué no dimitió del Gobierno, en donde era secretario al Tesoro?

Temas

En Internacional

    0
    comentarios