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Diana Molineaux

Abróchense el cinturón

A pesar de su costumbre de hablar como un oráculo, Alan Greenspan dejó claras un par de cosas al presentar su informe acerca de la economía norteamericana, la recuperación está en marcha, pero los inversores han de pasar por una zona de turbulencias y es mejor que tengan los cinturones bien abrochados, al menos por algunas semanas.

Aunque Greenspan no dejó dudas de que la economía ha entrado en una nueva fase de crecimiento, fue incapaz de reanimar las bolsas porque no pronunció la frase que tantos esperaban de “pesimismo irracional” para describir las caídas diarias en Wall Street. Habría sido una expresión simétrica a la de 1996, cuando habló de la “euforia irracional” que impulsaba a los mercados a alturas cada vez mayores sin que hubiera fundamento para unas alzas que llevaron al Dow Jones, entonces alrededor de 6500 puntos, a 12.500 en el año 2000.

Por el contrario, Greenspan casi justificó el pesimismo actual al advertir que, si bien está convencido de que no habrá más fraudes contables por lo menos en dos años, hay que estar preparado para los que aún no se han descubierto y que pueden aparecer hasta el 14 de agosto, cuando acaba al plazo para que las empresas presenten las revisiones de sus ejercicios. Las palabras de Greenspan fueron un bálsamo para el presidente Bush, cuyos recortes fiscales alabó y para el Congreso, al que felicitó por endurecer los castigos por fraude, pero echaron sal en la herida de un país en que jugar a la bolsa es un deporte casi tan popular como el picnic.