Menú
Marta Pardo

Pasando el tiempo

Pasando el tiempo
Marta Pardo

Juego y distracción (“¡Sabed que la vida de acá es juego y distracción...!”, reza el versículo del Corán del que procede el título) es la rememoración de una historia amorosa, la de un joven norteamericano amigo del narrador, Phillip Deane, y una muchacha francesa de dieciocho años, Anne-Marie Costallat. Se despliega en un tiempo acotado, hasta agotarlo. Es su fuego y su consunción. Sin causalidades, sin episodios secundarios. Es el desnudamiento del amor hasta dejarlo reducido al fulgor de dos cuerpos que se buscan. A los únicos momentos en que el tiempo se detiene. Todo lo demás es un desfile incesante de ciudades, hoteles, paisajes de una Francia evocada con la melancolía de lo que ya no está. No es la radiografía de un amor, es la repetición de un misterio. James Salter sabe que podríamos asistir una vez tras otra a los embates de los amantes, mudables sólo en la anécdota más trivial, y renovar nuestra suspensión ante lo sagrado. Las levísimas indicaciones de que hay un final, y el final mismo, no obedecen así a la lógica interna de la historia, que arrincona por sí misma al tiempo, sino que derivan de la verdad eterna de que todo lo que empezó debe acabar.

La maestría del autor consiste en presentarnos los hechos bañados en una pálida luz –la misma que desrealizaba el mundo en la maravillosa novela de 1999, Años luz, que torna inciertos no sólo los hechos sino los personajes. ¿Cuál es la realidad del protagonista?, nos pregunta repetidas veces el narrador. No existe, es una invención, es la corporeidad del deseo, de la nostalgia . Es un doble lanzado al mundo para revivir heridas nunca cicatrizadas. Sólo los amantes tienen el poder de convocar fragmentos del mundo, luces, voces. Después de ellos, el mundo de Salter retorna al silencio.

Lo demás es la prosa de Salter, geométricamente medida, desposeída hasta la exasperación de adornos o de referencias más allá de sí misma. Es la dificilísima desnudez de lo esencial que muy pocos autores logran. Tal vez por eso James Salter, poco conocido entre nosotros, haya sido catalogado como un clásico “de culto” de las letras americanas, al mismo nivel que Hemingway o Fitzgerald. Sólo juego y distracción, la de nuestra vida de acá, y atisbos fugaces de más realidad en novelas como ésta.

James Salter, Juego y distracción. Muchnik Editores. Barcelona, 2002. 190 pags. 15 euros.

En Opinión