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Carlos Semprún Maura

Entierros Festivos

Me extraña y me irrita no haber recibido éste año una invitación al Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Me encantan los festivales, me encanta el cine, o, mejor dicho, me encantaba cuando existía, me encantan las actrices y, aunque menos, los actores, los cócteles de prensa y ese ambiente festivo y progresista de San Sebastián en septiembre. Además, resulta que es el 50º aniversario, o sea que nació con Franco, cuando todos eramos más jóvenes, y sobre todo me encanta, o me hubiera encantado si me hubieran invitado, participar en la solidaridad patriótica y en la compra de armas y explosivos de nuestros magníficos revolucionarios etarras, quienes gracias a los labios y otras delicias de las actrices invitadas, podrán seguir asesinando tranquilamente, amas de casa, vecinos, niños, periodistas y guardias civiles.

¡Que magnífico compendio de maravillas resulta se éste Festival! Este año de juvenil aniversario, el Festival resulta muy yanqui, no veo por qué no se presentan únicamente películas vascas, subtituladas en finlandés, pues no, todo para los imperialistas y su lacayo Javier Bardem. A decir verdad, nuestra ana Belén es infinitamente más guapa – y más comunista– que Julia Roberts, la actriz mejor pagada del mundo, por lo visto, y tampoco lo entiendo. El petit caporal de la prensa gala, Le Monde, que como su ilustre ancestro sueña en convertirse en Polanco, comentando este maravilloso Festival nota, como quien no quiere la cosa, que milagrosamente ha escapado a las “tensiones” del País Vasco. Ese milagro se llama, impuesto revolucionario. Pero bueno, si Odón Elorza y Angel Fernández-Santos están contentos, todo bajo control.

Otro evento, más parisino éste, más vodevilesco, pero grave, pese a todo, ya que se trata de censura, ha sido el proceso contra Michel Houellebecq, intentado por islamistas y alguna organización progre, por haber dicho verdades como templos, por ejemplo, que el Corán es un coñazo. Nuestro amigo Arrabal imitó a José Luis Leal, y pidió permiso de no jurar, sólo prometer, e hizo el payaso provocador adrede, porque de lo que se trata es nada menos que de un retorno triunfante de la censura. Contra la, suave que me estás matando, reinstalación de la censura, abolida por Giscard D’Estaing en 1976, protestan el 12 de este mes de Septiembre, tres ilustres editores: Christian Bourjois, Paul Otchakovsky-Laurens y Olivier Rubinstein, en las paginas del petit caporal defendiendo la libertad absoluta de la creación literaria cuyo objetivo no es difundir la ausencia de pensamiento de los “politburós”.

La derecha francesa es la más imbécil del mundo, o al menos, la más timorata, y si no se atreven a reformar nada de la gigantesca burocracia estatal, hacen como los gobiernos de izquierda, y aumentan los precios a más no poder. 15% de aumento para el tabaco, por ejemplo, con la coartada de que es malo para la salud, pero como el 75% del precio de la cajetilla va al estado, la verdad es que son todos los impuestos indirectos los que aumentan, para compensar la disminución anunciada de los impuestos sobre la renta, y cubrir los diferentes “agujeros” de la Seguridad Social, el sistema estatal de pensiones, el paro que vuelve a crecer y una situación económica general bastante gris, sin hablar de los saldos de la mala gestión socialista. Si siguen por el sendero luminoso de la seguridad, de la censura y de la incapacidad para reformar, dentro de cinco años, tendremos de nuevo a los socialistas, y será peor.

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