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Carlos Semprún Maura

El maletero embrujado

La anécdota se parece cada vez más a una novela policíaca, pero de las malas, de esas que no gustaban a Borges, quien buscaba en esa literatura algo de matafísico-matemático, que a todas luces este suceso no tiene. Debido a la psicosis de atentados terroristas islámicos que sufría París en este período de fiesta, el descubrimiento de armas y explosivos en el maletero del señor Bensseghir, empleado del servicio de equipajes del aeropuerto de Roissy, toda la prensa –incluido yo–, la policía, etc, pensó en un atentado fallido, por casualidad. Pues resulta que no, “resulta”, por ahora, que lo que afirmaba desde el principio Bensseghir, o sea que las armas y los explosivos habían sido depositados por alguien en su coche –y él, de eso, nada– sería cierto.

Dos personajes del hampa, un ex paracaidista, Marcel Le Hire, y un detective privado –que nada tiene que ver con Marlowe–, Patrick Pouchoplin (¡vaya nombres, además!), serían los autores de ese complot, reclutados por el señor Diffalah, tío de Luisa, la esposa de Bensseghir, quien murió el verano pasado en el incendio de su modesto chalet de Bondy, y su familia, por lo visto, acusaba a su marido, Bensseghir, de haber provocado dicho incendio, para matar a su esposa, y por ello, lógicamente, le odiaban. Es bastante complicado ¿verdad? Pues, en realidad, lo es aún más, porque el famoso tío, Diffalah, estaría en Argelia, los padres de la difunta Luisa declaran no saber nada del asunto, nadie sabe de dónde salieron las armas y explosivos, quien pagó y cuánto a los dos torpes mercenarios, para cometer ese estrambótico delito, etcétera. Bueno, una historia bastante extravagante y se mire por donde se mire, sórdida, pero aún no concluida.

Otra historia sórdida, pero de carácter político, y hasta ético, es el barullo que ha provocado la decisión del Consejo de administración de la París VI, de boicotear a todas las Universidades israelíes, lo cual, con la campaña antisemita actual en Francia, con incesantes agresiones físicas y verbales, también incendios, con las subvenciones de la UE a los terroristas palestinos, bueno, pues con todo eso que algunos venimos denunciando, lo del boicot universitario fue como la gota de agua que colmó el vaso. Esta polémica podría considerarse como algo positivo, pero desgraciadamente no siempre lo es. Por ejemplo, Jean Daniel, director de Le Nouvel Observateur, y catedrático de moral autoproclamado de la izquierda mundial, escribe en su torchon que está en contra del boicot porque sería ineficaz. No, una infamia, no, ¡ineficaz! También dicen, él y otros, que en las universidades israelíes existen buenas personas, de izquierda y pacifistas, con las que se podría conversar, mientras que Sharon, el Likud, y todos esos malditos judíos ¡a la hoguera! En nombre de la paz y la democracia, no faltaba más. Y en cuanto a que existan en Israel partidarios de la paz, (y democracia, y elecciones, y libertad de expresión, y partidos de izquierda, de derecha del centro y del “más allá”) es una perogrullada. Es más, sólo existen en Israel, porque aparte de contadas y admirables excepciones individuales, entre los que se califican de “palestinos”, o sea la Autoridad, la OLP, Hamás y las otras organizaciones terroristas, sólo existe la guerra, y bajo su forma la más cruel: el terrorismo, y para la guerra se les mantiene, dirige y se les paga, desde 1948.

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