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Rubén Loza Aguerrebere

Verano (caliente) del cono sur

En su Diario de fin de Siglo, Jean François Revel anota que “no compro el periódico para que le explique lo que ocurre en el bar de enfrente, sino los acontecimientos de los que no soy testigo directo”. Pues bien, siguiendo esta premisa del destacado pensador francés, les escribo desde el balneario uruguayo de Punta del Este. Aquí, dicho sea de paso, ha sido muy buena la temporada turística. Afortunadamente para mi empobrecido Uruguay. Al revés que el año pasado, cuando el tristemente célebre “corralito” de Cavallo encerró a los argentinos, este año no pocas familias de ingresos altos, y sabiendo además que en el mes de mayo (lo anunció el ministro de Economía Lavagna, en hábil decisión a tomar días antes de las elecciones generales) se devolverá el dinero a todos los ahorristas, han llegado en buen número. En cuanto a las playas argentinas, allí no cabe una aguja. Es más, el gobernador de la zona de Pinamar ha pedido que no vaya nadie más. Sí. Que nadie se arriesgue a visitarles sin reserva de alojamiento. Así han llegado los argentinos a un récord absoluto de turismo interno. También es interesante la noticia.

Vuelvo al Uruguay, vuelvo a Punta del Este: grandes y céntricos locales están empapelados totalmente, como cajas, con la leyenda “Menem 2003”. De acuerdo a las encuestas, el ex presidente aparece en tercer lugar, pero a la pregunta “¿quién piensa usted que ganará las elecciones?”, la gran mayoría responde que ganará Menem.

¿Cómo se entiende ésto? El presidente Eduardo Duhalde ha decidido ahora apoyar al gobernador Néstor Kirchner (ya que el gobernador de Córdoba, De la Sota, su preferido, no despertó interés alguno). Como está enojado con Menem no quiere (y además las teme) elecciones internas en el Partido Justicialista. También está enemistado con Menem el gobernador y aspirante a presidente Adolfo Rodríguez Sáa (descendiente del caudillo “Lanza Seca”, nieto del gobernador de San Luis, y cinco veces gobernador él mismo), quien figura, desde junio pasado, en primer lugar, de las preferencias, en tanto el segundo lugar lo ocupa ahora (con ayuda de Duhalde) Kirchner.

Si no hay elecciones internas, los tres (Menem, Sáa y Kirchner) competirán bajo el lema Partido Justicialista, y aquel que obtenga mayor cantidad de votos será el presidente argentino. López Murphy apenas ha llegado al 7% de los votos. En Uruguay eran así las elecciones, hasta que se cambiaron: un candidato por partido y dos vueltas. Y ya que estoy en casa de retorno, diré que lo más llamativo aquí ha sido el veto interpuesto por el presidente Jorge Batlle a una disposición que autorizaba al Correo a distribuir diarios y revistas. Al parecer, esto amenaza la sobrevivencia de la prensa escrita y sería tratado en el Senado donde el veto sería levantado por legisladores que responden Blancos y Colorados de los expresidentes Lacalle y Sanguinetti.

Y dos palabras sobre el nuevo Ministro de Cultura del Brasil, el músico e intérprete Gilberto Gil, creador junto a Caetano Veloso y otros, del llamado (a fines de los sesenta) “movimiento tropicalista”. ¿Qué es ésto? Él mismo lo ha definido como un “subproducto concentrado en la música, con adhesiones en el arte y el cine, con una mezcla de cultura pop, cultura europea y americana, un toque hippie, algo de las revoluciones africanas y del Che Guevara”. Todo eso está ahora en el ministerio cultural del Brasil.

Gilberto Gil, que tiene 60 años y está diplomado en administración de empresas (posee varias y una de ellas desarrolla sitios web) ha sostenido que buscará llevar adelante una política que procure “el florecimiento de abajo hacia arriba”. De todos modos ha dicho (sensatamente) que las culturas primarias deben ser preservadas sólo como tales. Ha rechazado las visiones que tienden a oponer arte y mercado, considerando que ello es un preconcepto que viene de la crìtica a los mecanismos imperialistas del capitalismo, y ha señalado, rotundo, que su gestión estará guiada por una expresión cultural antropológica.

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