Menú
Alberto Míguez

Pánfilos y cínicos

Era de sobra conocido que los inspectores de la ONU carecían de fuerza, medios y convicciones para investigar a fondo si Sadam Husein tenía o no armas de destrucción masiva químicas, biológicas o atómicas. Todo el mundo sabía que aquellas peregrinaciones orquestadas con un despliegue mediático tan infantil como inútil estaban condenadas al fracaso y que Sadam no se desarmaba simplemente porque no le daba la gana.

El descubrimiento de los laboratorios subterráneos en Al-Tuwaitha y de los bidones con plutonio confirman las sospechas de los expertos avisados y de los políticos escépticos, para quienes el tirano sólo abandonaría sus programas de rearme y amenaza cuando fuese desalojado del poder “manu militari”, como finalmente así ha sucedido.

Durante estas tres semanas de combates hemos asistido a un curioso proceso de descrédito para uso y disfrute de pánfilos y cínicos. Lo cosa funcionaba o funciona así: alguien encuentra escondido o disimulado un tonel con insecticida y se anuncia –algún pánfilo– que podría tratarse de armas químicas. Horas después, el Mando norteamericano se ve obligado a desmentir que tal material pudo utilizarse para usos letales. Ergo... todo cuanto pueda presentarse posteriormente como tecnología o material de “doble uso” (las armas químicas se fabrican con componentes susceptibles de ser utilizados para otros objetivos) es un invento, una exageración o simplemente una maniobra de desinformación de Bush y sus muchachos. Todo mentira, todo manipulación.

En el futuro, la técnica de inventar lo que no existe y posteriormente desmentir el embuste seguirá funcionando a tope, aunque resulte más antiguo que orinar de pie. No sería de extrañar que dentro de unos días u horas se anunciara a bombo y platillo que ese plutonio localizado en los subterráneos del complejo para “usos pacíficos de la energía nuclear” se encontraba en una despensa para guardar el queso y las cocacolas.Y que quienes lo almacenaban querían utilizarlo para sus experimentos de mecánica popular.

Cosas veredes en esta posguerra que harían palidecer al muy honorable Sr. Blix.

En Opinión