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Rubén Loza Aguerrebere

Victoria y Picasso: la hora de los museos

1890 y 1979. Entre esos años transcurrió la vida de Victoria Ocampo, la escritora argentina, cuya riquísima existencia es casi imposible resumir en unas pocas líneas. A ella debemos la revista” Sur, por cuyas escribieron futuros premios Cervantes como Borges y Ernesto Sábato, Ricardo Güiraldes, Ortega y Gasset y Roger Caillois, entre tantos más. A casa de Victoria llegaron, asimismo, Graham Greene, Le Corbusier, Gropius, André Malraux, García Lorca, Tagore, Stravinsky y, en fin, Julian Huxley. Conoció a Virginia Woolf, a Driue la Rochelle, a Gandhi. Trazó un puente con el espíritu de nuestra época. Y por si fuera poco, escribió sus Testimonios, diez volúmenes donde reunió artículos y conferencias que son un espejo de su tiempo. Fue, además, la primera mujer que ingresó en la Academia Argentina de Letras. Su hermana Silvina Ocampo también fue escritora, y estuvo casada con otro Premio Cervantes: Adolfo Bioy Casares. Parafraseando a Paul Valery, Victoria podría haber dicho que “la tontería no es mi fuerte”.

Afortunadamente, su casa de Buenos Aires (en Barrio Parque) ha comenzado a funcionar como museo. Fue construida por el arquitecto Alejandro Bustillo en 1928, siguiendo indicaciones de la propia Victoria, que era admiradora sin límites de Le Corbusier. Cabe señalar que la escritora había legado dos casas a la UNESCO, con fines culturales, una en Mar del Plata y otra en San Isidro; esta última está abandonada.

El Fondo Nacional de las Artes, presidido por Amalia Lacroze de Fortabat, compró hace dos años (por tres millones de dólares) la casa de Victoria Ocampo para restaurarla e instalar en ella su sede, una biblioteca y una colección de arte, con la idea de hacer del edificio un centro cultural con una programación de exposiciones, conferencias, conciertos, recitales y otras actividades culturales. Esta casa/museo, que ya está abierta, cuenta con más de trescientas piezas artísticas, entre pinturas y esculturas, y ofrece al visitante una exposición sobre la historia del edificio y otra dedicada a la propia Victoria Ocampo, con una colección completa de la célebre revista Sur y las ediciones de los libros de la ensayista. Su legado fue grande; afortunadamente se está haciendo justicia con esa gran dama de la cultura en esta zona del mapa.

Acaba de inaugurarse en Montevideo una muestra de 44 grabados de Pablo Picasso. Es la primera ciudad en recibir esta colección, de excepcional relieve, que fuera presentada anteriormente en España, Francia, Italia y en Nueva York. En la exposición encontramos, por ejemplo, grabados como “La danza bárbara”, realizado en 1906, “Bañistas en traje de baño con el tiempo nublado”, aguafuerte de figuración geométrica y de los pocos surrealistas que realizara Picasso, una serie de diez piezas compuesta sobre poemas de Góngora y otra dedicada a Carmen, de Proper Merimée, sobre la cual Bizet realizaría su célebre ópera. También hay grabados que homenajean a Rembrandt y Velázquez. Como se recordará, Picasso experimentó intensamente con el grabado (desde 1904 hasta el año de su muerte, 1973) y, dentro de él, hizo, con un vigor creativo único, aguafuertes, aguatinta, punta seca y linóleos. Esto ha determinado Rembrandt, Goya y Picasso sean considerados los tres más importantes grabadores de la historia, señaló aquí la comisaria del envío, la crítica Dolorés Durán. La curadora de esta muestra fue también responsable de las dos exposiciones de Joaquín Torres García en España, la última de las cuales se realizó el año pasado en la Fundación Picasso.

La muestra del artista español ha sido albergada por el Museo Torres García de Montevideo, que en la actualidad tiene convenios de colaboración e intercambio con otras instituciones como el Museo Nacional Reina Sofía, el Instituto Valenciano de Arte Moderno y el Museo Casa Natal de Picasso. Cabe señalar que Picasso y Torres García, si bien se tuvieron un mutuo respeto, no fueron amigos. Se conocieron en Barcelona y en París, pero su relación no era estrecha. Ambos eran dueños de personalidades muy diferentes. Ahora, los montevideanos están de parabienes y cabe señalar que es extraordinaria su presencia en el museo Torres García para admirar los grabados del gran Pablo Picasso.


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