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Diana Molineaux

Clark, o el bumerán de Bush

La entrada del general retirado Wesley Clark en la campaña presidencial norteamericana es una indicación de que los demócratas empiezan a vislumbrar una posibilidad de derrotar a Bush en el terreno que hasta ahora ha sido su fuerte. Clark, de 58 años, general retirado de cuatro estrellas, se convierte en el portavoz de las críticas a Bush por la campaña del Irak y por las dificultades en la guerra contra el terror, en detrimento del ex gobernador de Vermont, Howard Dean, cuyo principal argumento era su oposición a la invasión del Irak.

Las esperanzas que los demócratas tienen en Clark se demuestran en que sus mejores estrategas trabajan para su elección, que el mismo ex presidente Clinton le recomendó que se presente y que la ex primera dama Hillary Clinton es co-presidenta de la campaña.

Para Bush, la situación es un como un bumerán: la popularidad ganada por su lucha contra el terror se ha convertido en una desazón generalizada ante el riesgo continuado, y el entusiasmo por la guerra contra el Irak en una serie de críticas por los elevados costos en vidas y dinero.

El desasosiego popular beneficia a Clark, cuya historial militar genera confianza entre el grupo creciente de norteamericanos que ni ven como su país puede salir del Irak, ni se sienten más seguros hoy que antes del 11 de septiembre del 2001. De momento, las encuestas tan solo dan a Clark el 10% de los votos, detrás de Gephardt y los senadores Kerry y Lieberman, además de Dean; pero el que más votos hipotéticos consigue, tan sólo llega al 15%, y el sondeo se hizo antes de que Clark anunciara oficialmente su candidatura.

Si hasta ahora, la reelección de Bush dependía ante todo del bolsillo de los votantes, ahora empieza a parecer posible que la seguridad nacional se convierta en un argumento decisivo y ponga a Clark en una situación paralela a la del último general que llegó a la Casa Blanca, Dwight Eisenhower, elegido al final de una guerra mundial y al principio de otra, la Guerra Fría, como ahora podría serlo Clark, en los inicios de lo que muchos llaman ya aquí la Cuarta Guerra Mundial, contra el terror.

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