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Carlos Semprún Maura

FN, publicidad clandestina

Le Monde de éste miércoles 10 anunciaba con grandes titulares que según un sondeo, 22% de los franceses estaban de acuerdo con las ideas del Frente Nacional. En realidad son muchos más, pero no se atreven a confesarlo. El objetivo de esos grandes titulares en primera plana no es hacer publicidad para Le Pen, aunque la haga, sino meter miedo y forzar todos los partidos, grupos, asociaciones, coros y danzas de izquierda a unirse en las próximas elecciones regionales y europeas, contra “el peligro fascista”. Mitterand empleó la misma táctica, para crear líos a su oposición de derechas. Diabolizado hasta tales extremos el FN y a su jefe, cualquier, no ya alianza electoral, sino hasta una conversación telefónica con esos fascistas, te condenaba ante el Tribunal de la Historia. Efectivamente, hubo algún conflicto y hasta alguna expulsión, pero lo que sobre todo hubo fue un aumento considerable de los votos al FN, sobre todo por parte del electorado tradicionalmente de izquierdas.
 
El tema esencial, obsesivo, diría, del FN –si hay paro e inseguridad la culpa la tienen los “moros”, expulsándolos a todos, recobraríamos el pleno empleo y la seguridad en las calles– cuaja en las clases populares, porque aquello de que “nos quitan el pan de la boca” no atañe a los banqueros, altos funcionarios, ni siquiera a ingenieros o arquitectos, etcétera, a esas alturas no llegan los “franceses de origen árabe”, como dicen (y ¿por qué nunca dicen “los franceses de origen español?”), o tan pocos que no constituyen un peligro. Por los años ochenta y al mismo tiempo y con las mismas palabras, el FN y el PCF lanzaron una gran campaña de carteles y octavillas, con consignas como; “Produzcamos francés, compremos francés” (traducción literal) y, entre otras cosas, se agredían, con pintadas o pinchando los neumáticos, coches alemanes, italianos o japoneses. A todas luces se trataba de una campaña ultrachovinista y xenófoba, contra la mundialización y contra Europa. Dándose muy tardíamente cuenta de la total similitud de sus consignas con las de los “fascistas lepenistas”, el PCF abandonó, no su chovinismo carca, sino dicha campaña, pero muchos de sus electores le abandonaron a él, y se pusieron a votar por el FN.
 
Como en su vida han discutido con un obrero, con un artesano, y sus señores, a veces pero sólo del tiempo, con los pequeños comerciantes de su barrio, no saben, ni siquiera quieren admitir, que amplios sectores populares son profundamente reaccionarios, xenófobos y racistas. La situación no ha cambiado en absoluto, más bien ha empeorado, y después del susto que se llevaron el 21 de Abril de 2002, cabe preguntarse ¿porqué Le Monde, el PS y otros, repiten los mismos errores? ¿Serán tontos de remate? A menos que piensen que “cuanto peor, mejor” y que una victoria relativa del FN crearía crisis, de la que podrían aprovecharse las “masas revolucionarias”. Si así fuera, seguirían igual de tontos, porque no hay “masas revolucionarias” en Francia, y los endebles movimientos sociales que se manifiestan obedecen a la contradictoria consigna: “todo va mal, pero que nada cambie”. ¿Cómo tratar, pues, al FN? Con el más rotundo desprecio.

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