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Encarna Jiménez

Emilio como remedio

“Casi perfectos” se ha estrenado en Antena 3 desplazando a “Sin rastro”, una serie de mejor factura, pero extranjera, que no conseguía el nivel de audiencia que la cadena pretendía. El jueves, Emilio Aragón, que andaba no hace mucho en la competencia, aunque su productora, Globomedia, trabaja con distintas televisiones, volvió a la pequeña pantalla para  arrancarle espectadores a TVE, que programa al mismo tiempo “Paco y Veva”, y a Telecinco, que apuesta esa noche por “Gran Hermano VIP”. Fue una guerra sin cuartel ni publicidad que acabó ganando por escaso margen Antena 3.
 
Sin embargo, las prisas por estrenar no han sido buenas consejeras en cuanto a la calidad de la serie. A pesar del tirón que pueda tener una persona de la valía y versatilidad de Emilio Aragón, “showman”, actor, cantante y empresario, “Casi perfectos” está a medio cocer. Los ingredientes principales son: un hermano obeso, interpretado por Fernando Albizu, una madre con excesiva presencia (Ana María Barbany) y una mujer inquieta (Yolanda Aristegui). Completan el núcleo principal Alexis Valdés y Cristina Peña pero, en próximas entregas, es probable que incorporen otros personajes que ayuden a perfilar lo que ahora se presenta como un producto difuso que tiene muchas risas de lata o de plató y una gracia que todavía no ha cuajado.
 
Se supone que Emilio Aragón, un vendedor de coches usados, es una persona más pendiente de su familia que de su trabajo. Esta agarradera permite que los tres cuartos de hora que dura cada capítulo se desarrollen en un interior que es una feria de colores y un lío de mobiliario doméstico. Desde que empezaron a flojear las series de profesiones y las familias de distintas tipologías se adueñaron del “prime time” no hay producto español que no se desarrolle en un interior en el que entran amigos, parientes, hijos, cuñados, mujeres y novias en combinaciones múltiples. Tres son los modelos básicos que han funcionado. “Ana y los siete”, llena de niños y con una presencia sobresaliente de la protagonista, Ana García Obregón; “Los Serrano”, que ha sido el “boom” de la temporada, y “Siete vidas”, que representa la pervivencia de un esquema de familia desestructurada con unos diálogos atentos a la actualidad.
 
De estos tres modelos, más la experiencia que ya tiene acumulada Emilio Aragón, tanto en su época gloriosa de “Médico de familia”, como en la más mediocre de “Javier ya no vive solo”, nace “Casi perfectos”. En ella intenta meter a los niños, con los que tan bien se lleva, busca hacer un producto que capte la frescura que se advierte en “Siete vidas” y sigue el modelo de algunas comedias de situación americanas con sus risas enlatadas y sus “gags” herederos de algunas estrellas cómicas.
 
Emilio Aragón tiene bastante gracia cuando se convierte en una especie de Jerry Lewis español que puede hacer tonterías, ser tierno y enredador y tener agilidad para moverse en el “vodevil” doméstico, pero puede ser el remedio para Antena 3 que busca desesperadamente satisfacer a sus nuevos dueños.

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