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¿A quién creer ahora, presidente? Ha comprendido al fin, pero ya es tarde, dónde estaba el patriota y dónde conspiraba el enemigo, a quién servía cada cuál, qué infundios fabricaba, qué celadas urdía, cainita y rencoroso, el espía mayor, el amigo fugaz, el artista sin luces, el juez, el consejero. Son, en fin, los errores, comprensibles. No fueron muchos, o todos fueron siempre el mismo error: confianzas temerarias, injustas desconfianzas. Ahora ya sabe, demasiado tarde, dónde estaba el amigo, dónde estaba el traidor.
 
Lo demás es compendio de fortuna que quizá este país no se merezca. Un presidente honrado y con principios, un hombre de una pieza, diamantino, es una anomalía de la historia. Una feliz rareza que los libros recogerán para pasmo de escolares. Breve fortuna. Breve, pero cierta. Mientras duró, duró el orgullo y siempre podremos invocar esos universales forjados con los hechos, hoy ya palabras hueras con los que otros decoran su discurso: la libertad, la dignidad, la paz. Vienen a demoler lo levantado, vienen a proclamar lo que repudian. ¿Qué es España si no es la libertad?
 
Ahora el francés celebra su derrota, sabedor del lugar que nos espera cuando un traje vacío nos conduzca y una voz engolada nos aturda. Su moral, presidente, la aborrece quien no atiende a los hechos. No hay libertad si no se la defiende, no hay paz sin libertad. Los años van a pasarnos por encima con zurupetos y desvalijadores. Los hemos visto antes. No así los dos millones de jóvenes votantes, de jóvenes memorias. Ciudadanos y ciudadanas, otro estilo es posible en la España plural. Ya.
 
Es joven todavía, presidente, y aunque parezca que todos lo detestan, no es así. Simplemente es que a ellos se les oye. Lo han querido sacar por la puerta trasera de la historia los que viven ahí y no le perdonan. Desde el silencio al que usted nos ha enviado una voz se irá alzando, y gritará tan fuerte que no podrá ignorarla: suceda al sucesor; algún día, cuando el país comprenda. Y venga entonces, por Dios, con la dislexia de las fidelidades corregida. Gracias por estos años, a pesar del alto precio que vamos a pagar por lo que pudo haber evitado, presidente. Pero gracias sinceras, y respeto.
 

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