El masoquista servilismo al eje franco-alemán

El histórico fracaso para España cosechado en la reforma de los sectores del algodón, el aceite de oliva y el tabaco celebrado ayer en Luxemburgo es el resultado de una de las peores negociaciones que se recuerda en la UE. El posible recurso ante el Tribunal de Luxemburgo planteado por la nueva ministra de Agricultura, así como su escaso tiempo al frente del cargo, no pueden encubrir la clamorosa incompetencia de los representantes socialistas a la hora de negociar y establecer alianzas que ha tenido como resultado que lo obtenido todavía fuera peor que las insuficientes ofertas iniciales que se hacían a nuestro país.

 

Son perfectamente comprensibles las airadas protestas de la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos que ha tildado de “desastrosas” las negociaciones, o las de la Mesa del Algodón que augura “la muerte inminente del sector” en nuestro país.

 

En la anterior reforma de la PAC del año pasado, los representantes españoles encabezados por Arias Cañete fueron capaces de establecer alianzas de igual a igual con países como Francia, Portugal, Irlanda y consiguieron, juntos, establecer vínculos parciales entre producción y ayudas allí donde las condiciones lo hicieran necesario para garantizar la subsistencia del cultivo y puestos de trabajo. Ahora Francia ni se toma la molestia de un "toma y daca" con España y sólo pide adhesión incondicional. 

 

Lo más destacable, pues, de todo este fracaso es hasta que punto es lamentable el cacareado alineamiento del nuevo gobierno español al eje franco-alemán. Zapatero ha vendido este alineamiento —más bien, servilismo— como muestra de europeismo, cuando lo cierto es que los intereses de París y Berlín —y no sólo y especialmente en este asunto— son contraproducentes, no sólo para nuestro país, sino también para muchos otros países tan europeos como Francia y Alemania. España ha perdido antiguas alianzas sin sacar nada -o nada bueno- de las nuevas.