En su simpática pieza Un poema de luz (El Mundo, 12 de diciembre), el decano del Colegio de Arquitectos de Madrid sale en defensa de la iluminación navideña de la capital, y en concreto de las palabras de neón de Eva Lootz. El decano querría parecer comprensivo con la falta de criterio del vulgo y contemporizar, pero con la impericia literaria se le dispara a la primera de cambio el comodín favorito de Blanco, el adjetivo arrojadizo de los progres venidos a más y, cómo no, de la banda de las artes decorativas: casposo. "Entiendo que haya quien eche de menos los tradicionales y casposos adornos..." Toma comprensión.
Nos aclara el hombre que lo de las palabras del Paseo de la Castellana es "arte conceptual" (ah, bueno, menos mal, pensaba que era una pesadilla subvencionada) y que el diseño de la iluminación se ha encargado a "artistas consagrados" (ahora sí que respiro), dejando entrever que se trata de un encargo de su propio Colegio profesional. Todo esto viene a confirmar lo que muchos sospechamos desde hace veinte años, que la posmodernidad llegó a España gracias a una secreta joint venture entre peluqueros, concejales de cultura y arquitectos. Los primeros aportaron la obsesión por la caspa y acaso el canoso desenfado. Los segundos, la cerradura del tesoro; los terceros, la llave.
El despliegue gallardonita de las Navidades laicas me ha sugerido algo que paso a proponer. Ya que goza de tantos y tan insólitos apoyos la campaña Turrón sin Comisión, ya que son tantos los dispuestos a inaugurar las fiestas cerrando la investigación parlamentaria del 11 al 14-M, no estaría de más utilizar el arte conceptual de Eva Lootz (pagando si es preciso al Colegio de Arquitectos) para que el presidente del gobierno, al acudir a su comparecencia, se encuentre la Carrera de San Jerónimo convertida en un crucigrama, modelo enigma, y así se pueda ir inspirando de cara a las buenas horitas que le va a hacer pasar el señor Zaplana. Una decoración no muy lógica, pero completamente libre de caspa. Un canto al azar.