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Jorge Vilches

La mala imagen de España

La imagen de España, por su política exterior e interior, es la peor desde 1986, y nos deja alejados de la sensatez, la moderación y la modernidad. Si no nos visita Condoleezza Rice, no es por infligirnos un “castigo infantil”, sino por desinterés

Es curioso leer cómo los mismos que alardean de antiamericanismo, o que publican chistes de dudosa gracia sobre Bush, digan que la negativa de Condoleezza Rice a visitar España y al Gobierno Zapatero es un “castigo infantil”. Ojalá; pues significaría que el resto de la política exterior española es un racimo de aciertos. Pero mucho nos tememos que, además de haber cometido gravísimos errores con EEUU, las demás actuaciones de Zapatero no han contribuido, ciertamente, a dar una buena imagen de España.
 
El gobierno socialista ha conseguido, en apenas nueve meses, que la imagen de nuestro país en el exterior sea la peor que hemos tenido desde la entrada en el Mercado Común, en 1986. La retirada de las tropas de Irak fue precipitada, desacertada y contradictoria con lo que el comisionado español votaba en la ONU. Los aliados de España debieron quedar perplejos, por lo que Zapatero se decidió a deshacer dudas alentándoles, en Túnez, a abandonar a EEUU en Irak. Y culminó la nueva teoría del orden internacional con la etérea “alianza de civilizaciones”, que ha contado con los apoyos firmes de primeras potencias como Mongolia y Angola.
 
A esto se sumó la acusación de golpista de Moratinos a Aznar para que quedara España como un país cuya filiación a la democracia depende del gobierno de turno. Pero con un sentido particular de democracia, pues, se sustituyó a Bush como amigo extraeuropeo por tiranos de consolidado recorrido, como Castro y Chávez. Y al rey, primer embajador de España, como suele decirse, no se le ha encomendado tareas, digamos, de prestigio. Le mandaron a pedir perdón a Bush, lo que no ha surtido efecto. Después, para dar lustre a España como defensora de los derechos humanos, se envió al rey a ver a Mohamed VI, con insultos del monarca marroquí al ex presidente Aznar de por medio, y se proyectó, y luego desmintió, un viaje a la dictadura cubana.
 
Hay más. El ministro de Defensa declaró que en la manifestación de la AVT había sido objeto de una agresión que nadie ha visto, filmado ni fotografiado. A las pocas horas, se reunió en secreto con Chávez para hablar de la venta de unos barcos de guerra. Esto, claro, originó un conflicto diplomático con Colombia, y su presidente, Álvaro Uribe, protestó y anuló su visita a Madrid. Es la misma prisa que los socialistas tienen por celebrar el referéndum sobre el tratado constitucional de la UE, para sorpresa del resto de Europa y de un electorado español que votará, si lo hace, a ciegas. Pero para terminar de alarmar a los gobiernos europeos, la política de inmigración española es unilateral y demasiado arriesgada.
 
Pero en política interior, el gobierno Zapatero se ha empeñado en dar la imagen de un Estado español débil e inestable y, por tanto, no fiable. El ejecutivo socialista tiene como aliados parlamentarios a dos partidos antisistema. Uno de ellos, ERC, es republicano e independentista, y rechaza el tratado constitucional de la UE. Otro, Izquierda Unida, es republicano, filocomunista, y cree en el derecho de autodeterminación de los pueblos, lo que no encaja, para España, ni en lo previsto por la ONU ni en la Unión Europea. Pero además, una parte de IU, Ezker Batua gobierna en el País Vasco con un partido que quiere romper el Estado.
 
Zapatero y el PSOE han decidido que España está mal hecha, y que la cuasi independencia voluntaria de las partes es la solución, mientras Europa está cada vez más unida entorno a sus Estados. El presidente del Gobierno, además, alienta la discusión del plan Ibarretxe en el Congreso de los Diputados, después de haber hablado durante casi 5 horas con Imaz, presidente del PNV. Y, como en los peores momentos de las peores revoluciones, el que tiene el poder decide deshacer la organización administrativa para decir que el Estado será lo que quieran los ciudadanos, pero sin presentar un proyecto.
 
La imagen de España, por su política exterior e interior, es la peor desde 1986, y nos deja alejados de la sensatez, la moderación y la modernidad. Si no nos visita Condoleezza Rice, no es por infligirnos un “castigo infantil”, sino por desinterés, y quizá por miedo al recibimiento o por evitar fotos robadas como la que le hicieron a Bush con ZP y Bono. De todos modos, no hay por qué preocuparse, España será, como dijo Zapatero en Brasil, el primer inversor en el mundo… en cariño y amistad.

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