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Isabel Durán

Sangre para los avances nacionalistas

El método siempre es el mismo. El crimen para conseguir avances. Ahora se llama Plan Ibarretxe, antes, Estatuto de Guernica.

Nuevo coche bomba, esta vez afortunadamente sin muertos. Otro atentado más, encaminado a imponer las tesis nacionalistas al Estado de Derecho y la democracia española. El método siempre es el mismo. El crimen para conseguir avances. Ahora se llama Plan Ibarretxe, antes, Estatuto de Guernica. Con la diferencia de que hoy el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, es el más débil, poco fiable y entreguista de la Historia reciente de España.
 
Durante la negociación del Estatuto de Autonomía los asesinos de la banda terrorista ETA se dedicaron a secuestrar diputados de la UCD, a lanzar granadas contra el Palacio de La Moncloa, a poner bombas en el aeropuerto de Barajas (cinco muertos) o en las estaciones de Atocha y Chamartín para obligar al Gobierno a claudicar y acceder a las pretensiones de los nacionalistas. El gran beneficiario fue el PNV, que consiguió así imponer sus tesis en Madrid.
 
Ocho días después de presentar las objeciones al proyecto estatutario, Gabriel Cisneros, uno de los padres de la Constitución y asesor entonces del presidente Suárez, opuesto a las pretensiones de máximos de los peneuvistas, fue abordado por dos etarras que intentaron secuestrarle. Al oponer resistencia le descerrajaron el cargador entero de sus pistolas. Una semana más tarde, 78 personas morían en el incendio del hotel Corona de Aragón, que se encontraba a rebosar de militares, familiares y amigos de los nuevos cadetes de la Academia Militar de Zaragoza. Fue tan brutal la barbarie, que ETA nunca reconoció su autoría. A los tres días, el PNV establecía las exigencias que estaban dispuestos a aceptar en concepto de transferencias mínimas para seguir negociando (creación de la Ertzaintza, Sanidad vasca, Hacienda foral o Educación).
 
"Ocho parlamentarios hemos conseguido frente a los 342 restantes, lo mismo que cien metralletas frente a un ejército", dijo un Javier Arzalluz pletórico en el mitin del frontón Fadura de Guecho. El Estatuto de Guernica se saldó con otro secuestro –esta vez no fallido– quince días después de su aprobación en las urnas, el del diputado Javier Rupérez. Son sólo unas pinceladas de la historia real y no ficticia escrita con la sangre y la libertad de inocentes por culpa de la causa nacionalista.
 
Por eso hoy, veintiocho años más tarde, los terroristas siguen haciendo saltar por los aires un coche bomba en vísperas de la inauguración de ARCO por los Reyes, con la mayor repercusión posible. Es su método de negociación con el Gobierno. Lo malo es que esta vez, su interlocutor de La Moncloa es un ignorante y engreído ZP, dispuesto a pactar con una organización asesina a la que ha dado oxígeno cuando se encontraba más acorralada que nunca por una miserable vicelehendakaritza para Patxi López.
 
Por supuesto, este nuevo atentado tampoco se ha producido en Cataluña, lugar del mapa de España a salvo del zarpazo terrorista gracias a los socios radicales independentistas del presidente Rodríguez Zapatero.

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