Es innegable el desvelo que la actual administración, tanto la central como la tribal, prodiga en el descubrimiento y mecenazgo de las artes y las letras, y no es nada desdeñable el papel que en esa benemérita tarea desempeñan las editoriales más poderosas y las fundaciones más influyentes, por no hablar de la boyante industria del cine. Esa política, que fomenta el acceso a los escaparates de los indigentes de la cultura a la vez que halaga la incultura de los semicultos, puede cifrarse en la declaración de la Ministra del ramo al decir que los “grafiteros” son los quijotes de nuestro tiempo y que un concierto de rock hace más por difundir el idioma español que todos los institutos Cervantes. La progretería andante ha pasado de las campañas de alfabetización al analfabetismo inducido, de las misiones pedagógicas a la pedagogía autogestionaria.
