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El pensamiento único internacionalista

Si alguien quiere ser moderno y progre, la superpotencia americana debe ser el malo de todas las películas

Hasta en las mejores conferencias mundiales, como la del Instituto Internacional para los Estudios Estratégicos de Londres (IISS), que lleva firmemente adherido el adjetivo de “prestigioso”, celebrada en Ginebra este fin de semana, los malévolos Estados Unidos pueden ser flagelados despiadadamente por cualquier luminaria asiática, sin que nadie apetezca replicarle. Para eso son las ortodoxias.
 
Si alguien quiere ser moderno y progre, la superpotencia americana debe ser el malo de todas las películas. Las Naciones Unidas van siempre de John Wayne. La cinematografía es amplia y los argumentos cambian pero, el bueno es siempre el antagonista de Bush y sus secuaces. Da igual que sea Sadam, un ayatolá, un chino o un ruso. Si hacen algo peligroso la presión de Washington lo agrava irremisiblemente. No hay como dejarlos en paz, chapoteando en sus violaciones de los derechos humanos, que ni nos van ni nos vienen, para que evolucionen por sí mismos, como un incontenible torrente, hacia el nirvana intergaláctico.
 
La enésima variante propuesta a las mejores cabezas de la cosa internacional de toda la mundialidad globalizada, tanto de gobiernos como de estudio y pensamiento, con la sola exclusión de los pingüinos antárticos y quien quiera que pudiese representar a la irrelevante administración Bush, es que las reglas de 1945 eran excelentes y nos garantizaron 60 años de paz que ahora se han interrumpido abruptamente porque USA se las pasa por el arco del triunfo y es responsable directo de todo lo malo que sucede o sucederá.
 
Después de todo, la explicación prêt-à-porter multiuso no es tan nueva. Lo mismo nos decían de, durante y sobre la guerra fría, en parte por los mismos y sus descendientes espirituales, sólo que el coro ha hecho ahora grandes ampliaciones dando entrada a muchos que durante cuatro décadas se refugiaron bajo el paraguas nuclear trasatlántico después de que los boys americanos los hubieran salvado de un par de totalitarismos, como ahora hacen con su sangre en Irak y se trata de impedirlo a toda costa en otras partes no menos necesitadas y amenazantes.
 
A ninguno de los que alzaron el cartel con su nombre para intervenir en la docta juntanza le mereció la pena mencionar, si es que se le pasó por las mientes, que la Pax Americana, la disuasión, la contención, el equilibrio del terror, los cientos de miles de soldados en Europa, Corea, Japón, Filipinas etc. tuvieran algo que ver con esos sesenta años de plácida inquietud.
 
Ya sólo cabe esperar que de una maldita vez sean coherentes y se decidan a dar el salto mental a la cosa interna, aplicándole la misma lógica, con lo que nos apañaremos con cualquier buena constitución y podremos al fin deshacernos del ignominioso derecho penal y de todos los demás, que siempre constriñen, así como de los engorrosos gobiernos, parlamentos, tribunales, policías, cárceles y militares, realizando el inmarcesible sueño anarquista y proyecto comunista de pasar del gobierno de los hombres a la administración de las cosas. Amén.

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