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Fundación Heritage

El premio para El Baradei

Helle Dale

La proliferación nuclear no es cosa de risa. No obstante el anuncio de la semana pasada que el Nobel de la Paz 2005 era para la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y su director general Mohamed El Baradei “por sus esfuerzos para prevenir que la energía nuclear se use con fines militares y para asegurar que su uso sea con fines pacíficos de la manera más segura posible” apenas pasa el test de la risa. No podían haber escogido un candidato más perfecto si lo que el Comité del Nobel quería demostrar era que los noruegos tienen sentido del humor.
 
La insólita elección del Nobel de la Paz para este año llega cuando las negociaciones europeas y americanas para persuadir a Irán a que deje su ciclo de enriquecimiento de uranio ha llegado a un total callejón sin salida, y los acuerdos con Corea del Norte para que deje su peligroso programa nuclear que en el mejor de los casos son provisionales. La lista de países con armas nucleares o capaces de adquirirlas crece sin cesar. En otras palabras, si los noruegos están premiando algo, es el premio al fracaso.
 
La explicación que tiene más sentido es que –sorpresa, sorpresa– el Comité Nobel tenía motivaciones políticas, muy en particular, el deseo de dar una bofetada al gobierno americano. Con el premio de este año, el Comité (compuesto de 5 políticos noruegos con una peculiar perspectiva de su propia experiencia y bastante poca experiencia del mundo) nuevamente ha minado el significado del prestigioso premio. Ambos, El Baradei y su predecesor, Hans Blix, fueron enérgicos opositores de la Guerra de Irak y ambos querían más tiempo para las inspecciones de la AIEA. La Administración Bush se opuso a la reelección de El Baradei como director de la agencia el verano pasado.
 
No sería la primera vez que el Premio Nobel de la Paz y la política americana se ven enredadas. El Nobel de la Paz 2002, por ejemplo, fue otorgado al ex presidente Jimmy Carter, un abierto crítico de la política de la Administración Bush sobre Irak. En ese entonces, uno de los miembros del Comité Nobel dejó caer que el premio era “como una patada en el estómago para la Administración Bush”. Fascinante... aunque la decisión de premiar a la AIEA ha sido recibida con indignación y hay críticas de todo tipo provenientes de todos lados, especialmente de la izquierda. Alice Slater, fundadora de Abolición 2000 e identificada en su sitio web como una red global para eliminar armas nucleares observaba que: “La AIEA ha sido el agente mundial más efectivo para aumentar la proliferación de armas nucleares en el mundo con su promoción de la llamada “tecnología nuclear pacífica” que domina la industria.
 
En Oriente Medio, había interpretaciones por todos lados. En Egipto, patria de El Baradei, los comentaristas vieron que su elección estaba dirigida obviamente contra Estados Unidos y contra el nunca admitido programa nuclear de Israel, mientras que el primer ministro israelí Ariel Sharon lo vio dirigido a Irán.
Pero en Irán, el portavoz del parlamento para el comité de asuntos exteriores, Kazem Jalali, predijo que con “este premio El Baradei se acercará más a la posición política de EEUU y los europeos... Y ejercerá mayor presión sobre Irán”.
 
Claramente hay frustración en el espectro político con la proliferación de tecnología y armas nucleares. Irán logró mantener su programa en secreto por espacio de 18 años. Corea del Norte ocultó su programa de los ojos de los inspectores de la AIEA durante años antes de echarlos y retirase del Tratado de No Proliferación Nuclear. El programa nuclear de Irak pasó inadvertido hasta que un yerno de Saddam Hussein desertó y lo reveló. Libia también tuvo un masivo programa nuclear secreto que abandonó en 2003 ante la grave realidad que era la invasión americana a Irak. Con la propagación de tecnología nuclear pacífica, más y más países tienen el potencial de producir armas nucleares.
 
¿Estamos condenados a vivir en un mundo de proliferación nuclear? Es en verdad poco realista confiar en agencias internacionales como la AIEA para que metan al genio de regreso en la botella. Sin embargo, podemos hacer que el precio económico y diplomático sea terriblemente alto por aspirar a tener poder nuclear usando sanciones multilaterales como las que se están estudiando en el Consejo de Seguridad de la ONU contra Irán por EEUU, Francia, Gran Bretaña y Alemania. Países como Brasil, Sudáfrica y Ucrania, después de todo, han renunciado a sus programas nucleares. Podemos interceptar físicamente los envíos de material y tecnología nuclear usando mecanismos como la cooperativa Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación.
 
Y podemos seguir adelante con la defensa de misiles, que no sólo es la manera segura de convertir las armas nucleares en obsoletas. Las armas nucleares sólo serán algo del pasado cuando el coste de buscarlas supere los beneficios.
 
©2005 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg
 
Helle Dale es directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Fundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en The Wall Street Journal, The Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional en CNN, MSNBC, Fox News y BBC.
 
Libertad Digitalagradece a laFundación Heritageel permiso para publicar este artículo

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