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Carlos Semprún Maura

Bochornoso

No llegan tan lejos como los plumíferos mercenarios de El País, que reclaman autocensura y disciplina cuartelaria a los medios ante las delicadísimas negociaciones zapateristas de rendición sin condiciones, pero van por la misma onda.

Decían los politizados a los escépticos: "Aunque pretendas desinteresarte de la política, la política se interesará por ti". Eso, que sonaba como amenaza implícita, lo estoy viviendo estos días como agresión real. Aunque no me interese el Mundial, el Mundial me machaca a diario. No voy a hablar de fútbol (aunque esté rogando a todos los dioses paganos, que con los otros no me atrevo, para que gane Portugal), pero sí en cambio de la miseria intelectual y moral que histéricamente se ha apoderado de todos. En Francia no es que los medios hablen de fútbol hasta por los codos, lo cual es desgraciadamente normal; son los términos empleados los que son alarmantes. Es un derroche de chovinismo, de xenofobia; de lo que sea, salvo deporte. Todo ello expresado en términos militares, patrióticos, místicos, sectarios y delirantes, que convierten al equipo de los Bleus en fuerza, felicidad, patria, destino, y lo que te rondaré morena.

Como estamos en un periodo preelectoral, sigue habiendo debates políticos en platos de televisión, o en las páginas de opinión de los diarios, pero resulta que en esos platos y en esas páginas de lo que se habla es de fútbol. He oído las cosas más estrambóticas, como que una victoria de los Bleus sería el preludio a una victoria de la izquierda en 2007. ¿Por qué? Porque es un equipo blak-blanc-beur (multirracial). ¿Será multirracial la izquierda? He oído asimismo a un folclórico candidato a las presidenciales lamentar que España haya perdido, porque tiene un gobierno de izquierdas. Y, claro, el gobierno espera una victoria de su equipo, para justificar su inacción. ¿Cómo vamos a ser unos inútiles, puesto que ganamos un partido de fútbol? Bochornoso.

Pasemos a cosas más serias. No se debe al tumulto ensordecedor del Mundial el que Francia se haga la sourde oreille (el sordo) ante los alaridos de Otegi y demás jerifaltes de la "ilegalizada" Batasuna (o sea, de la ETA), exigiendo que participe a la mesa redonda de rendición y que entregue "pacífica y democráticamente" sus provincias vascas. Este es un asunto delicado y hasta peligroso, pero hacen con él lo mismo que ante el peligro islámico, consideran que puede resolverse ignorándolo. Y no sólo ignorándolo, sino loando la "política de paz" del señor Rodríguez y criticando al PP porque, incomprensiblemente, no se suma al banquete de "la paz". No llegan tan lejos como los plumíferos mercenarios de El País, que reclaman autocensura y disciplina cuartelaria a los medios ante las delicadísimas negociaciones zapateristas de rendición sin condiciones, pero van por la misma onda. ETA ha puesto una bomba en los Pirineos Atlánticos y no van a evitar que explote mirando para otro lado.

En este ambiente de desencanto yspleen, en el que el fútbol se come toda la voluntad, energía y decisión políticas, no es de extrañar si los seis terroristas actualmente juzgados en París, tras haber sido liberados de Guantánamo, se convierten en héroes para los medios.

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