"Si hay más integrantes de al Qaeda tan sádicos como este tío parece ser, entonces estamos metidos de veras en una guerra larga y desagradable". Daniel Schorr, de la National Public Radio, hacía este comentario sobre la diatriba antiamericana de Zacarías Moussaoui, el denominado terrorista número 20, ante el tribunal. Sí, señor Schorr, los islamofascistas –los que nos quieren muertos– son, de verdad, así de "sádicos". Pero no es más que una muestra de que hay un montón de gente que, pese a que debería ya saber de qué va esto, aún no lo pilla.
Nelson Mandela, uno de los símbolos más destacados de autoridad moral política en todo el mundo, se reunió recientemente con una "activista" palestina. La BBC informó de este encuentro así: "El ex Presidente [sudafricano] Nelson Mandela ha celebrado una reunión de bajo nivel con la activista palestina Leila Jaled, dado que 'no está implicado' en el conflicto de Oriente Medio y no desea verse arrastrado a él". ¿Quién es esta "activista" palestina?
El camino a la fama de Leila Jaled comenzó en 1969. Formó parte de un equipo que secuestró el vuelo 840 de la TWA, un avión que se suponía que transportaba a Isaac Rabin, entonces embajador israelí en Estados Unidos. Rabin, sin embargo, no estaba a bordo. De modo que los secuestradores hicieron aterrizar el vuelo en Damasco y, después de que pasaje y tripulación desembarcaran, volaron el avión por los aires.
Jaled se sometió entonces a una serie de operaciones de cirugía plástica. Habiendo modificado con éxito su apariencia, Jaled se embarcó en 1970 en el vuelo 219 de El Al a Ámsterdam para otro secuestro más. Esta vez, la seguridad de abordo frustró el secuestro desarmando a Jaled y matando a su cómplice. El avión aterrizó con seguridad en Londres, aunque el co-secuestrador de Jaled logró disparar a un miembro de la tripulación. Pasó en la cárcel unos sorprendentes 28 días, antes de que Gran Bretaña la liberase como parte de un intercambio de rehenes secuestrados por otros terroristas.
Jaled, téngalo presente, rechaza la etiqueta "terrorista". "Un terrorista, en mi opinión", dice Jaled, "hace las cosas simplemente para dañar a otros seres humanos sin ningún fin político concreto". Vaya. Obviamente, la BBC y ella utilizan el mismo diccionario. ¿Cuántos aviones tiene uno que secuestrar para ser elevado (o rebajado) al estatus de "terrorista"? Las cosas podrían ser peor. La BBC podría haberla calificado de "pasajera frecuente".
Pero tal vez eso no sea lo bastante sádico. ¿Qué tal Miriam Farahat? Farahat, conocida como Um Nidal (Madre de la Lucha) trabaja como diputada por Hamas en el parlamento palestino. ¿El motivo de su fama? Tres de sus seis hijos murieron en campañas de asesinato de israelíes. Un vídeo de reclutamiento de Hamas muestra a Farahat enseñando a su hijo de diecisiete años cómo matar israelíes y diciéndole que no vuelva. Misión cumplida. En el 2002, ese hijo asesinaba a cinco estudiantes judíos. Otro fallecía cuando las fuerzas aéreas israelíes disparaban contra su vehículo, que transportaba misiles Kassam. Farahat celebró su muerte: "Estoy tan orgullosa. Me encantaría tener más hijos que ofrecer."
¿Qué tal Nizar al-Hindawi? En 1986, Hindawi, jordano, y su novia católica irlandesa embarazada hacían arreglos para casarse. Hicieron planes para un volar inmediatamente desde el aeropuerto londinense de Heathrow hasta Tel Aviv, Israel, para después viajar a Jordania para la ceremonia de matrimonio y la luna de miel. Pero Hindawi reservó un vuelo aparte para su novia embarazada, explicándole que (¡ups!) su patrón ya le había pagado el billete para viajar a Israel en un vuelo posterior. Le compró un billete a Israel con El Al, entregándole una maleta con ruedas para usar en el viaje. Un avispado agente de seguridad de El Al en Heathrow, sospechando de una mujer irlandesa soltera visiblemente embarazada viajando a Israel sola para unas vacaciones en Pascua, ordenó que su equipaje fuera registrado. Descubrieron un doble fondo en su maleta –claramente desconocido para la joven embarazada– bajo el cual había 3,5 libras del mismo tipo de explosivo plástico utilizado para volar el avión de Pan Am sobre Lockerbie, Escocia. La maleta también contenía un mecanismo detonador camuflado como calculadora.
En el libro "Victoria en Trípoli", Joshua London escribe acerca de los piratas musulmanes de Berbería. Atacaban navíos americanos en el siglo XVIII, asaltando los barcos y esclavizando a la tripulación. Thomas Jefferson, entonces embajador americano en Francia, y John Adams, entonces embajador en Gran Bretaña, visitaron al embajador residente de Trípoli (la Libia de hoy en día) para negociar un tratado encaminado a proteger a los barcos americanos de los piratas de Berbería. ¿Por qué, le preguntaron Adams y Jefferson, es su gobierno tan hostil a los incipientes Estados Unidos de América? Después de todo, no tenemos conflicto con ustedes, ni ustedes con nosotros.
El embajador de Trípoli les dijo, tal y como se informó al Congreso Continental, que esa hostilidad "se basa en las Leyes de su Profeta, escritas en el Corán, que dicen que todas las naciones que no reconocen su autoridad son pecadoras, que declarar la guerra contra ellos dondequiera que se los encuentren es su derecho y su deber como también lo es hacer esclavos a todos los que puedan tomar como prisioneros, y que todo musulmán que sea herido en batalla es seguro que va a al Paraíso".
Sí, son "sádicos". Y sí, estamos "realmente metidos en una guerra larga y desagradable".