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Amando de Miguel

Juego de palabras

Supongamos que una mujer lesbiana mata a su compañera con la misma orientación sexual. No sería muy apropiado decir que se trata de "violencia de sexo" o "por razón de sexo", puesto que la asesina y su víctima son del mismo sexo.

No se puede pensar sin palabras, pero tampoco se puede jugar sin ellas. Las voces sirven para gozar con ellas porque pueden significar cosas distintas y porque nunca podremos asimilar todos sus significados. Ni siquiera cabe llegar a ponernos de acuerdo en lo que quieren decir y dicen. Por eso es tan fascinante el viaje por los lexicones.

Maite Ochoa me reconviene amigablemente al decir yo que "no existe una palabra en castellano para la falta de tacto físico". Doña Maite asegura que esa palabra es anafia. ¡Cuánto agradezco su observación! Lo de aprender nuevas palabras es un placer infantil. Supongo que anafia viene del griego anafés (= intangible, impalpable). De todas formas no encuentro la palabreja en los diccionarios. Incorporada queda.

Francisco Rodríguez Barragán se lamenta de que no tengamos ninguna palabra para describir a los españoles expertos en otras lenguas o culturas. Esa ausencia contrasta con la voz hispanista, la persona (normalmente extranjera) que estudia la cultura española y, más propiamente, la lengua castellana. Tiene razón, don Francisco, donde no hay palabra, no hay realidad. Cierto es que carecemos de destacados niponistas o sinólogos, pero es que ni siquiera se maneja con soltura lo de anglicistas, lusistas o galicistas. Por lo menos tenemos arabistas, por ejemplo, Serafín Fanjul, que es, además, un español hispanista.

M. Concepción Vaz se queja de que en Cataluña se aplique la misma palabra, inmigrante, a la persona que procede del extranjero y la que se ha trasladado desde otra región española. Tiene razón doña Conchita. Quizá deberíamos llamar "forastero" al español que se traslada de una región a otra, o incluso de una a otra localidad, y reservar "inmigrante" para el extranjero que reside en España. De todas formas, el extranjero que está bien instalado en España difícilmente podrá atender a la etiqueta de "inmigrante".

José G.V. aduce la autoridad de la Real Academia para concluir que la locución "violencia de sexo" es mejor que la de "violencia doméstica". Me aporta el documento pertinente de la Real Academia. Pero en ese texto se reconoce que el término "violencia doméstica" es el más utilizado en español. A pesar de lo cual, la Real Academia propone la conveniencia de decir "violencia por razón de sexo", un circunloquio. No estoy de acuerdo. Supongamos que una mujer lesbiana mata a su compañera con la misma orientación sexual. No sería muy apropiado decir que se trata de "violencia de sexo" o "por razón de sexo", puesto que la asesina y su víctima son del mismo sexo. Sin embargo, la horrible acción encaja perfectamente en la expresión "violencia doméstica". Lo mismo podríamos decir en el caso de que una madre matara a su hija. Tampoco sería "violencia de sexo" sino "violencia doméstica". Por tal entiendo la que se produce dentro del círculo familiar en su sentido más amplio, con independencia del sexo del matarife y de la víctima.

Andrés Yuste y Borja Ruiz han hecho una divertida apuesta (una paella). Uno dice que el verbo estimar en el sentido de calcular una previsión. El otro sostiene que ese uso no es legítimo; es mejor utilizar el verbo prever. Mi opinión es que el verbo estimar sirve muy bien para asociarlo a cualquier cálculo aproximado de un suceso futuro o no bien conocido, generalmente de orden cuantitativo. Prever es anticipar con mayor seguridad un suceso futuro y también adaptarse a esa anticipación. El que estima, calcula. El que prevé, se prepara para lo que va a venir y por tanto se previene y se provee de lo necesario. Lo mejor es que nuestros amigos paguen la paella a escote.

A Daniel Miguélez le choca mi interpretación de la palabra snob. Él creía que ese calificativo se aplicaba a los emigrantes ingleses que volvían ricos de América y contrastaban con el auténtico linaje de la aristocracia. No niego que lo de snobs se aplicara a esa situación, pero se trata de una vieja palabra inglesa anterior a la Universidad de Oxford. Por tanto, no me vale la historia de sine nobilitate que tanto se ha divulgado. Creo que en España la puso en circulación Salvador de Madariaga con una historia que no resulta creíble.

Don Daniel quiere saber el origen y significación de la palabra "linaje". Muy sencillo; procede de "línea", en el sentido de descendencia en un árbol genealógico. Se acentúa la antigüedad de una descendencia aristocrática o por lo menos hidalga. Conviene distinguir la estirpe
(= la raíz o tronco de un árbol familiar o genealógico) del linaje (= la sucesión o herencia de los antepasados cuando dibujan una secuencia aristocrática). Por tanto, se puede ser de buena o mala estirpe, pero el linaje siempre es ponderativo, naturalmente, en diferentes grados. En latín se decía lineatus a la persona que estaba en línea, que era elegante. Todavía hoy asociamos "línea" con moda elegante en el atuendo o incluso en las ideas.

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