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Carlos Semprún Maura

La faraona

En Francia, en cambio, y durante decenios, el primer patrón y propietario del país, sin comparación alguna, era el Estado. Era un pésimo patrón y eso explica, en buen medida, los altos impuestos y el estancamiento de la economía.

Los franceses se creen que son los dueños del mundo y, por lo tanto, consideran que han ganado las recientes elecciones norteamericanas porque, no faltaba más, todos son demócratas, de Chirac a Krivinic, y consideran a los republicanos como los malos y a George W. Bush nada menos que la reencarnación del Diablo. A esa imbecilidad añaden una majadería, considerando que el presidente de Estados Unidos es el amo de todo, tan interiorizada y tan fuerte está metida en sus mentes la idea del Estado todopoderoso con un jefe todopoderoso. Fue un francés, La Boétic, quien denunció la "servidumbre voluntaria", pero sus compatriotas siguen complaciéndose en ella. Pues, para que se enteren (naturalmente, todos los ministros galos leen Libertad Digital), recordaré que en Estados Unidos las empresas son en su inmensa mayoría privadas, y la bonanza de la economía depende infinitamente más del dinamismo de las empresas que del presidente; también recordaré a esos analfabetos graduados que en EEUU los gobernadores de los estados tienen amplias competencias en materias de educación, limosnas sociales, urbanismo y muchas más cosas; hasta el siniestro ejercicio de la pena de muerte.

En Francia, en cambio, y durante decenios, el primer patrón y propietario del país, sin comparación alguna, era el Estado. Era un pésimo patrón y eso explica, en buen medida, los altos impuestos y el estancamiento de la economía. Desde hace unos doce años –y también durante el gobierno de izquierda unida socialcomunista– se comenzó a "privatizar", pero con el Estado guardando tanto el control de las empresas "privatizadas" a medias como el del conjunto de la economía. Además siguen controlando de forma absoluta el mercado del trabajo y todas las cuestiones sociales, con inflación de leyes y reglamentos; eso explica el paro masivo, que pretenden resolver con la multiplicación de los "lumpenfuncionarios" (o "empleos asistidos"), que siguen dependiendo del Estado más que del mercado. Todo esto y bastante más da como resultado un crecimiento cero en el tercer trimestre de este año, contradiciendo las previsiones optimistas del gobierno. Para más inri, el programa socialista para 2007 prevé renacionalizar todo de nuevo, un proyecto muy parecido al de 1981, tras la victoria de Mitterand y su gobierno socialcomunista, cuyos resultados fueron tan catastróficos que tuvieron que frenar la sovietización de Francia, pero sin privatizar nada de lo que habían nacionalizado. Para eso hubo que esperar el gobierno de Balladur.

Pero de pronto llega la Santa Juana de Arco de los Mataderos, bajo la figura de Ségolène Royal, y declara que lo que falla en Francia es la confianza, que los franceses no tienen confianza (à juste titre) en este gobierno. Pero apenas sea elegida ella presidenta la confianza volverá como lluvia primaveral, el paro cesará, el crecimiento será del 1000%, los franceses felices irán la trabajo cantando y Francia volverá a ser lo que siempre ha sido, la dueña del mundo, la faraona. Les juro que la oí decir eso ayer tarde por televisión.

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