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Alejandro Chafuen

Socialismo o muerte en América Latina

Una y otra vez, aquellos que se han opuesto a las fechorías de Chávez, como Exxon, sufren el incumplimiento de contratos firmados por el Gobierno venezolano. Pero la mayoría de las multinacionales, como AES, guardan silencio.

Mientras los expertos internacionales de Estados Unidos se dedican a enfrentar el inmenso coste de acabar con la dictadura en Irak, una nueva dictadura surge en las Américas. Al comenzar su nuevo período como presidente, Hugo Chávez acelera las reformas para convertir a Venezuela en un país socialista, anunciando la socialización de los sectores de energía y comunicaciones.

Una de las empresas afectadas será AES, basada en Arlington, Virginia, la cual –con el visto bueno de Chávez– compró el control de La Electricidad de Caracas (EDC) en 1990. Esta empresa privada fue fundada en 1895 por venezolanos empeñados en mejorar las condiciones de vida en su país. Varios miembros de la familia Zuloaga fueron importantes accionistas, pero al contrario a lo que suele ocurrir en América Latina, abrieron las puertas a otros inversores, quienes fueron dueños de 80% o más de las acciones de la empresa el siglo pasado. La Bolsa de Caracas, en gran parte, creció por las transacciones en acciones de EDC.

EDC aumentaba año tras año su negocio de generación y distribución de electricidad, pagando dividendos durante noventa años consecutivos. Al mismo tiempo, reducía sus tarifas y ofrecía servicio eléctrico en muchas zonas donde no percibía ganancias, convirtiéndose así en ejemplo mundial de responsabilidad corporativa.

Cuando el gobierno intervencionista de Jaime Lusinchi congeló las tarifas eléctricas, EDC dejó de crecer y prosperar. La elección de Chávez contribuyó a la caída del valor de las acciones, abriendo las puertas a una oferta de compra no amistosa por parte de AES, que entonces era una empresa más pequeña que EDC.

A pesar de su populismo nacionalista, la compra de EDC por una empresa extranjera encajaba muy bien en los planes de Chávez. Las compañías extranjeras tienen una menor tendencia a apoyar las instituciones de una sociedad libre. Por el contrario, la familia Zuloaga siempre apoyó a grupos opuestos al corrompido compadrazgo entre políticos y ciertas élites empresariales que tanto daño ha hecho en América Latina, permitiendo que gente como Chávez alcance el poder e imponga planes totalitarios.

La compra de EDC ayudó mucho a Chávez. Con sus competentes cabilderos en Washington –la firma Patton Bogas– y otros aliados que lograba comprar con las ganancias en Estados Unidos de la empresa estatal venezolana Citgo, gozó del tiempo necesario para preparar su asalto definitivo contra los importantes activos empresariales en Venezuela. Si cumple su promesa de expropiar a EDC y nacionalizar la telefónica CANTV habrá logrado ponerle la mano a más de dos terceras partes de los capitales representados en la Bolsa de Caracas.

Aquellos que hacen arreglos con Chávez no les importa la corrupción. Según Transparencia Internacional, Venezuela es uno de los países más corrompidos. Un compinche de Chávez, su vicepresidente hasta principios de enero, José Vicente Rangel, fue recientemente denunciado por corrupto en una investigación realizada para Cato Institute por Gustavo Coronel, anterior representante de Transparencia Internacional en Venezuela. Rangel fue reemplazado, pero eso nada cambia. Y ¿debiera Fox TV seguir aceptando publicidad de Citgo?

Al contrario que la vieja EDC, sus actuales dueños no aportan al esfuerzo en desarrollar instituciones libres en Venezuela y Chávez aprovecha la presencia de multinacionales como AES para esconder su socialismo radical. Una y otra vez, aquellos que se han opuesto a las fechorías de Chávez, como Exxon, sufren el incumplimiento de contratos firmados por el Gobierno venezolano. Pero la mayoría de las multinacionales, como AES, guardan silencio. Están allí para ganar dinero, lo mismo que ha motivado a varios "conservadores" en Washington a ayudar a Chávez.

Cuando en 1947 Juan Domingo Perón –otro dictador democrático– nacionalizó los ferrocarriles, los felices representantes de la empresa inglesa en Buenos Aires, al recibir el pago, telegrafiaron a la empresa matriz: "lo logramos". A mí no me preocupan mucho los accionistas de AES. Las verdaderas víctimas serán los venezolanos y demás latinoamericanos que ven a Chávez cada día más activo en sus países. Quizás ellos confrontarán también la alternativa de "socialismo o muerte". Pero lamentablemente en Estados Unidos, por conveniencia o por dinero, continuará el silencio frente a tan monstruosa opción.

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