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Agapito Maestre

Normalidad en el frente de Zapatero

. La legalidad no desaparece, como algunos ingenuos creen, sino que se torna terror. No se trata de que Garzón, reitero, legalice el terror, sino que la "justicia" se hace terrorista.

El auto del juez Garzón es comprensible y coherente con la actitud del Gobierno. No esperaba otra cosa de Garzón. Garzón trabaja sólo y exclusivamente para Zapatero. Ha convalidado la legalidad la ANV o, lo que es lo mismo, de ETA. Es normal que lo hiciera. Ya dijo, cuando regresó de Estados Unidos, que se ponía al servicio del Gobierno. Este sujeto afirmó, siguiendo las tradiciones totalitarias de la modernidad, que "la justicia tiene que actuar de acuerdo con el Gobierno de turno". Este aserto lo sigue a rajatabla. Pocas veces se saldrá de ese guión.

Por lo tanto, quien se extrañe, o quede perplejo, por la resolución de Garzón tachándola de incomprensible e incoherente no tiene ni idea de quién es este personaje, pero, sobre todo, desconoce por completo qué está pasando en España, a saber, la desaparición de la esfera pública política para la resolución de conflictos entre personas y partidos de opiniones diversas y divergentes. Sí, sí, la política democrática, basada en la acción contingente, insegura y sometida a la incertidumbre de la negociación entre fuerzas democráticas plurales, va desapareciendo, porque el Gobierno, sencillamente, niega a la oposición y pone en su lugar a los nacionalistas y los terroristas para mantenerse en el poder. Es obvio que el Gobierno, desde hace tiempo, ya no "negocia" políticamente con los nacionalistas y los terroristas sino que transige, cede y satisface, cuando no encauza, sus demandas más o menos miserables y siempre criminales contra la nación española. Esa es toda la actividad administrativa del Gobierno para mantenerse en el poder.

Quien no quiera ver que la acción política de Zapatero ha sido sustituida por un mero "hacer" administrativo está engañándose, o peor, tapando la obsesión totalitaria de este Gobierno. En efecto, todas las instituciones del Estado son meros órganos administrativos al servicio del entramado del Gobierno con el nacionalismo y el terrorismo. En otras palabras, las instituciones ya no sirven para la democracia. El juez Garzón es sólo una leve pieza de esa maquinaría infernal inventada por Zapatero para sustituir la política por la administración. Legalizado el terror ya todo es coser y cantar para ese entramado. La legalidad no desaparece, como algunos ingenuos creen, sino que se torna terror. No se trata de que Garzón, reitero, legalice el terror, sino que la "justicia" se hace terrorista.

La legalidad que afirma su validez, como es el caso del auto de Garzón, en una "verdad" o "principio" ajeno a las opiniones de los ciudadanos, de la opinión pública política y del sentido común, desemboca directamente en terror. Por eso, precisamente, se carcajean los terroristas, cuando son llevados ante los jueces... Todo es una mala representación. Una payasada. El ministro de Justicia ha sido explicito: a los terroristas no hay que aplicar la ley en el mismo sentido que a los ciudadanos. Hay una "legalidad superior" para esta gente que es menester hacer compatible con una falta de respeto por las normas jurídicas positivas. Este caos jurídico permite ampliar con generosidad el espacio de la arbitrariedad y el nepotismo de la elite gobernante, o sea, de Zapatero y su entorno más cercano.

La Fiscalía General del Estado, el juez citado y muchos otros, así como la mayoría de los "ropones" del Tribunal Supremo no se atreverán a enfrentarse con el Gobierno. Ellos, más aún que el Gobierno, tienen su máxima aspiración en conseguir que la acción política desaparezca a favor de una "justicia administrativa" al servicio del poder. En ese caos entre normas positivas e indeterminación de una "legalidad superior" para terminar con el terror, a los jueces les resulta muy cómodo vivir bajo la seguridad y la certidumbre de un Gobierno que sabe lo que quiere: hacer de los terroristas seres legales. He ahí la principal "idea" de Zapatero, que ha calado ya en los administradores del poder jurídico. No es que las instituciones jurídicas estén al servicio del Gobierno, sino que se han convertido en su contrario bárbaro: la contingencia democrática que la institución judicial tenía que garantizar con la aplicación de normas jurídicas positivas se ha transformado en una maquinaria al servicio del terror.

Eliminar a la oposición concediéndole todo al terror era el objetivo de Zapatero y lo está consiguiendo con la inestimable ayuda del llamado "poder" judicial, que, en verdad, Zapatero ha convertido en una "institución" vicaria de sus deseos. Entonces, no entiendo por qué se extraña tanto la gente ni la línea editorial de algunos periódicos porque Garzón dicte un auto de legalización de ANV, o sea, de ETA. Dicen los falsos críticos de Zapatero que a su Gobierno le "falta voluntad política para actuar contra ANV", o sea, contra ETA. No entienden nada con esas "apreciaciones". ¡Cuánta molicie política! No es falta, por Dios, lo que tiene el Gobierno, sino que le sobra voluntad política para legalizar al terror. ¿Cómo va actuar el Gobierno contra lo que promociona? No cabe en cabeza humana que alguien actúe contra lo que ha creado.

Si en algo ha sido preciso, casi geométrico, el Gobierno de Zapatero, incluso antes de llegar al poder, era legalizar a ETA para gobernar en un futuro próximo con ellos en el País Vasco, así como lo hace ahora con los de ERC en Cataluña. ¿Por qué cuesta tanto ver esta jugada totalitaria de Zapatero? Sencillamente, porque al personal le gusta engañarse, confundir sus ridículos deseos con la realidad, o peor, se hace el loco para colaborar con el mal.

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