Menú
Emilio Campmany

Ilusión de perfil bajo

La indignación de los electores del PP es muy grande y tienen derecho a exigir que sus líderes la expresen. Esto es muy natural. Pero antes, debieran preguntarse: una campaña así, ¿es la mejor para ganar?

Somos muchos los que creemos que a España le conviene que el PP gane las próximas elecciones. Habrá otros que deseen la victoria del PP por otros motivos, por ser simpatizantes del partido o por participar de sus ideas. Para ellos, la victoria del partido liberal-conservador puede ser sólo deseable con según qué programa o con según qué candidatos. Pero, para nosotros, para los que vemos que España se juega muchísimo en estas elecciones, lo esencial es que las ganen los populares a toda costa.

Así pues, lo importante es ganar, no cómo se gane o con quién se gane. Para ganar, lo primero que hay que conocer bien son las reglas del juego. Esto es póquer; no es julepe ni parchís. Por lo tanto, si las reglas permiten ciertas marrullerías y éstas sirven para ganar, habrá que superar los escrúpulos y estar dispuesto a emplearlas. No me gusta ganar de penalti injusto. Pero, en esta ocasión, si para vencer hace falta que el árbitro lo pite, aplaudiré que nuestros jugadores se tiren a la piscina dentro del área cuantas veces sea necesario.

Hasta aquí podemos estar todos de acuerdo. Los problemas llegan cuando hay que acordar cuál es la mejor estrategia para ganar. En el PSOE están discutiendo si es acertada la táctica de girar al centro en busca de los votos que nadan en aquellas aguas o si, por el contrario, debieran perseverar en la radicalidad que ha presidido sus políticas durante toda la legislatura para conservar el voto de la extrema izquierda que tiende, normalmente, a votar a IU o a abstenerse. La dirección socialista ha elegido la primera, pero los hay allí que creen que sería más acertada la segunda.

El PP, por su parte, se debate entre una campaña de "perfil bajo", en la que se atempere tanto el tono como el contenido de las críticas que durante toda la legislatura se ha hecho de las políticas del gobierno, y otra más agresiva, en la que se continúen denunciando el radicalismo y el antiespañolismo de los socialistas.

La indignación de los electores del PP es muy grande y tienen derecho a exigir que sus líderes la expresen. Esto es muy natural. Pero antes, debieran preguntarse: una campaña así, ¿es la mejor para ganar? Tanto si el PSOE depende de los votos del centro como si lo hace de los votos de la extrema izquierda, la campaña del PP debiera ser, si quiere ganar, de perfil bajo, para atraerse al electorado que no participa de aquella indignación y para no asustar al de extrema izquierda.

Ahora bien, un perfil bajo bien entendido. En las listas tendrán que ir cuántos líderes sean capaces de atraer votos, gusten más o menos. De modo que no sobran ni un Zaplana ni un Gallardón. Y la campaña tiene que girar no tanto alrededor de un programa "centrista" como de propuestas que puedan ilusionar al electorado, en especial las que entrañen una regeneración democrática. Ya habrá tiempo para esclarecer el 11-M, en el que hay mucho que esclarecer, para reivindicar la política exterior de Aznar, que tiene tanto que reivindicar, y para levantar una política antiterrorista digna de tal nombre.

Ahora, lo prioritario, lo único que importa es ganar. Y si la experiencia sirve para algo, habrá que recordar que las únicas elecciones que la derecha ganó por mayoría absoluta fueron unas precedidas por una campaña electoral de perfil muy bajo. La persona que dirigió esa campaña en el PP fue un señor llamado Mariano Rajoy Brey.

En España

    0
    comentarios