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Joan Valls

Algo no cuadra

Una vez el turnopacifismo parece haberle puesto fecha de caducidad a la Era Rodríguez, lo necesario ahora es un PP con cabeza de Gallardón y cola de león.

Andan en Génova inspirados por las letras de Bob Dylan. Conversos, como él, nos aseguran que los tiempos están cambiando. Incluso el nuevo guachimán del PP, Esteban González Pons, nos advierte que "somos poetas contemporáneos, de vanguardia, y no termina de gustarnos el poema cerrado". Igual es que les inspira Bukowski o quizá una revisión postmoderna de Villon. En todo caso, mientras culminan el ritual de la desaznarización, que no es más que el encubrimiento de la taifización de España, algo sigue sin cuadrar.

Y lo que no cuadra en España es el federiquicidio. O, mejor dicho, las reacciones al federiquicidio. Porque una cosa es tratar de imponer el turno pacífico por vagones y otra que nos tomen por imbéciles. ¿Es que nadie va a disimular? ¿En qué régimen cabe el fuenteovejunismo para silenciar a una voz libre? En lugares más civilizados, se hace que las coincidencias parezcan accidentes. Mariano, José Luis, Josep Lluís, Setién… deberían releer a Foucault y ejecutar el federiquicidio con algo más de disimulo. Porque, a estas alturas, no cuadra que nacionalistas y socialistas apoyen al PP de Ruiz en su lucha contra el buque insignia de la COPE. En un panorama en el que reinara la lógica democrática, el PSOE y parte del nacionalismo se habrían apresurado a defender a Federico Jiménez Losantos, no por convicción, sino por aquello del divide y vencerás. ¿A quién puede interesarle más que a esta versión 2.0 de Pepiño que FJL siga atizando a Rajoy y a Gallardón? Hablamos de dos o tres millones de votos que podrían desaparecer de las arcas de Génova. Y, sin embargo, no se recordaba una unidad discursiva como la actual desde los tiempos de Cánovas y Sagasta.

Lo interesante en el federiquicidio no es tanto el fondo como las formas. Asistimos a toda una escenografía del linchamiento público, con sus fases perfectamente marcadas. Una liturgia que promete reproducirse de forma warholiana para quien ose levantar la voz. Una vez el turnopacifismo parece haberle puesto fecha de caducidad a la Era Rodríguez, lo necesario ahora es un PP con cabeza de Gallardón y cola de león. Como en las dictaduras agonizantes, la construcción del enemigo exterior se utiliza para aglutinar a las masas en momentos críticos para el régimen. ¿Habrá acaso por ahí algún vagón a punto de descarrilar y por eso andan todos tan nerviosos? En cualquier caso, todo esto es más viejo que Manuel Obama, pero, en una sociedad como la española, con la misma memoria histórica que un pez barbudo, está funcionando, al menos de momento.

Hay unos versos de Bukowski que igual les sirven a Guachipons y a los otros miembros del club de los poetas muertos. Es sólo el primer párrafo de un poema titulado Nota sobre la construcción de las masas. Vamos, que no es cerrado, que dirían en Génova:

Alguna gente es joven y nada más
alguna gente es vieja y nada más.
Y alguna gente está en el medio
sólo en el medio.

En España

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