Una ley para la exclusión
La opinión pública había comenzado a romper la mordaza que el poder político y los medios de comunicación catalanistas habían logrado mantener en silencio. Por eso necesitaban un marco legal que legalizara la exclusión.
La precipitación del anteproyecto de la Ley de Educación Catalana es una prueba más del uso que hacen de la lengua los partidos nacionalistas para demostrar ante su opinión pública quién la tiene más larga. En el último pleno del Parlamento de Cataluña, CiU interpuso una moción para cerrar un modelo lingüístico que impidiese definitiva y legalmente cualquier resquicio por donde los ciudadanos pudieran exigir enseñanza en castellano. No lo consiguió. Pero no lo consiguió porque su homólogo en el Gobierno, ERC no podía permitir que su rival en exclusiones culturales y lingüísticas españolas se apuntara el tanto de aparecer ante la opinión pública nacionalista como la más resolutiva para expulsar el castellano de la escuela.
Sin embargo, un mes después el propio Gobierno Tripartito saca precipitadamente el anteproyecto de Ley de Educación Catalana donde se hace lo mismo; es decir, se blinda la inmersión por ley, se atribuye a la Generalitat el derecho de imponer el currículo escolar para impedir dar la tercera hora de castellano que el Real Decreto del Gobierno de España ha exigido desde finales de 2006 y se ponen las bases legales para que tales atropellos no se puedan recurrir ante los tribunales. Un verdadero golpe estatutario contra la legalidad constitucional y los derechos legítimos de millones de ciudadanos. Y es que la rebelión contra la inmersión comenzaba a calar ante la opinión pública y los Tribunales ya habían dictado sentencia en tres casos. Un auto del TSJC instaba con medidas cautelares a dar sin dilación la tercera hora de castellano. Sabían que ya no podían seguir imponiendo su modelo monolingüísta contra la ley porque la opinión pública había comenzado a romper la mordaza que el poder político y los medios de comunicación catalanistas habían logrado mantener en silencio. Por eso necesitaban un marco legal que legalizara la exclusión. De aquí esta Ley de Educación Catalana.
Nada de esto sería posible sin el Estatuto actual. Estas son las consecuencias de la frivolidad adolescente de un presidente al impulsar un Estatuto cuyo principio provocó, pero fue incapaz de imaginarse las consecuencias. Tiempo habrá de hablar sobre los muchísimos puntos negros para la convivencia de esta futura ley, pero de momento, ya se ha convertido en el segundo paso soberanista de Cataluña respecto a la legalidad constitucional española. La primera fue la aprobación del Estatuto.
Como siempre, el manoseo del lenguaje forma parte del camuflaje de un texto con malas intenciones. Presionado por CiU, el Govern se aleja de una red única de educación, se desentiende del concepto de "enseñanza pública", no acepta el de "servicio educativo de interés público" de la concertada y finalmente se queda con el híbrido de "Servicio público educativo". E introduce como principios generales la libertad de enseñanza y el pluralismo tal como CiU y la escuela concertada exigían. Quedan garantizados así el derecho a la elección de centro por parte de los padres y el derecho al ideario del centro. Es este punto precisamente el que ha llevado a sus socios de ICV a no suscribir el anteproyecto de ley. Pura pantomima para entretener a los propios. Como ven hay más libertad, pero ninguna para poder elegir la lengua en que quieres que estudien tus hijos.
Los "proyectos educativos de centro" o los "proyectos lingüísticos de centro" son otro caballo de Troya donde el nacionalismo campará a sus anchas. De esta manera, la Consejería de Educación traspasará la responsabilidad del fracaso escolar o de los atropellos culturales a los propios centros. Dejará de ser responsable para pasar a ser juez, evaluar y corregir. Genial. El consejero, máximo responsable de educación, será intocable. El está para hacer una "ley de país". O sea, para hacer un país distinto a España. Como en el franquismo, las tropelías se decretan en verano, tiempo de asueto y la guardia baja.
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