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Juan Carlos Girauta

Nowhere man

Bush ya no es el hombre más poderoso del planeta, se está marchando, y además no ha invitado a Rodríguez, sino que éste se ha colado de rondón, como adlátere de Francia, agarrado a la sarkosilla, y sin bandera.

He's a real nowhere Man,
Sitting in his Nowhere Land,
Making all his nowhere plans
for nobody.

Lennon & McCartney


Tanto tiempo demonizando a Aznar a cuenta de su amistad con Bush, y ahora resulta que aparecer detrás del presidente americano en una foto de grupo, o que te dé la mano unos segundos, constituye un logro colosal, saca a España del rincón de la historia e ilustra el mayor éxito diplomático imaginable. O sea, que era envidia.

Todo el problema radicaba en que Rodríguez quería ser como su antecesor, ansiaba que el hombre más poderoso del planeta le llamara "amigo". Si llega a poner los pies encima de una mesa, si llega a tener ocasión de bromear acerca de los logros deportivos de cada cuál, este hombre tiene un orgasmo.

El problema es que Bush ya no es el hombre más poderoso del planeta, se está marchando, y que además no ha invitado a Rodríguez, sino que éste se ha colado de rondón, como adlátere de Francia, agarrado a la sarkosilla, y sin bandera, lo que no debe suponer mayor quebranto al representante de una nación discutida y discutible. No se trataba de España y de sus intereses; se trataba de presentar a José Luis en actitud y contexto de estadista.

Las fotos muestran a Mister Bean tras colarse en una fiesta, con sonrisa de máscara, envarado, desubicado, despertando la vergüenza ajena. Aunque hay que reconocer que el ridículo máximo lo ha sorteado al llevar finalmente a Washington un mensaje que nada tiene que ver con el anunciado. Sólo faltaba que hubiera exhibido el mosaico de buenismos, disparates, consignas antiglobalización y prejuicios antiamericanos que le vendió a su partido o su partido le vendió a él.

Resta por conocer el precio de la excursión del estadista virtual y de su foto de oportunidad, el coste de la risible operación de propaganda doméstica. Habrá quien crea, pues existe la ceguera voluntaria, que el ascendiente sobre Estados Unidos lo tenemos ahora y no cuando España era un aliado preferente. Con el "te daré todo lo que me pidas", Francia se ha convertido en acreedora de privilegios que están por ver, y que sin duda se verán. No acaba de comprenderse el sentido de una política que primero malogra toda nuestra influencia, luego nos abraza a tres o cuatro tiranuelos sacamantecas y, finalmente, nos convierte en subalternos de un líder francés. De derechas, por más señas.

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