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Carlos Semprún Maura

Mañana, otra huelga

Ahora le toca a Sarkozy tener una esposa progre, quien no sólo opina, sino que actúa a favor de los terroristas italianos: consiguió que Cesare Battisti lograra el asilo político en Brasil.

Danièlle Miterrand se vengó del desdén con que François la trataba obligándole a regalarle una Fundación (France-Libertés) con la que se dedicaba a ayudar a los tiranos, y a Fidel Castro particularmente. Cada dos por tres iba a La Habana a besar las barbas del Líder Máximo y volvía con algún preso liberado que por lo general era un agente de los servicios secretos cubanos que se dedicaba a espiar al exilio político. No nos olvidemos de que fue el KGB quien los formó y nadie debería dudar de la eficacia de los servicios secretos rusos, que incluso pusieron a Putin en órbita.

Ahora le toca a Sarkozy tener una esposa progre, quien no sólo opina, sino que actúa a favor de los terroristas italianos. En una ocasión –no recuerdo qué dijo o hizo Berlusconi– Carla Bruni declaró "sentir vergüenza de ser italiana". Y para demostrarlo, evitó la extradición de Marina Petrella y aprovechando el viaje presidencial a Brasil consiguió que Cesare Battisti obtuviera el asilo político en aquel país, creando así un conflicto diplomático entre Italia y Brasil. Recordemos que Petrella y Battisti están condenados en Italia a largas penas de cárcel y no por "delitos de opinión", sino por asesinatos políticos.

Dado que los italianos están furiosos y que Le Figaro se ha convertido en el portavoz de Sarkozy contra toda lógica, el diario publicó estos días un artículo titulado Los italianos sucumben al encanto de Carla Bruni. Nadie se lo cree, ni siquiera Carla.

Pasando a cosas que se suelen considerar más serias, mañana jueves estamos en huelga. Se dice y se teme que será masiva (en los transportes, en la educación...). La boutade de Sarkozy de que "en la actualidad, cuando hay huelga ya nadie se entera" puede que se quede obsoleta. Veremos. El caso es que la nueva jefa del Partido Socialista, Martine Aubry, ha planificado una ofensiva en todos los frentes: bronca en el Parlamento, manifestaciones en la calle y "giro a la izquierda". Siendo piadoso, no hablaré de la reactivación de la economía que ha propuesto el Partido Socialista y que presentó la propia Aubry el otro día; es una chorrada. Analizar los debates parlamentarios en estos tiempos de crisis, de paro y de conflictos internacionales es para morirse de risa. Se habla sobre la posibilidad de que los comercios abran los domingos, sobre la supresión de la publicidad en la radiotelevisión estatal y sobre el nombramiento de su director: o sea, de nada o de casi nada.

Pese a haber recibido las bendiciones de El País, yo soy escéptico en cuanto al futuro del Nuevo Partido Anticapitalista, montado por la trotskista LCR. Se le atribuyen apenas unos 7.000 militantes y cuando al falso cartero Olivier Besancenot le preguntaron qué significa exactamente "anticapitalista" no supo qué responder y se limitó a balbucear que "se produce demasiado".

En ese smog se pierden nuestros revolucionarios galos.

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