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Terrorismo en Afganistán

En Kabul morían al menos cinco personas a manos de siete suicidas, que provocaban además heridas a otras 71, y ponían en evidencia los fallos de las medidas de seguridad del régimen afgano, justo cuando Obama anuncia la fecha de inicio de su repliegue.

La yihad urbana ha vuelto a tener una manifestación luctuosa, esta vez en Kabul, y nos permite recordar que esta práctica innovadora introducida por los terroristas yihadistas en Bombay planea también sobre las ciudades europeas, tal y como una alerta antiterrorista activada en Londres el año pasado ponía de manifiesto.

El 18 de enero, y durante más de cinco horas, un grupo sincronizado de siete terroristas penetraba en la zona más protegida de la capital afgana, nada menos que cuando catorce de los nuevos ministros del Ejecutivo de Hamid Karzai juraban sus cargos. Se produce este ataque pocos días después de que una base avanzada de la CIA fuera atacada por un infiltrado jordano que mataba a siete agentes estadounidenses y a uno jordano: ambos ataques sirven de trágico telón de fondo para la Conferencia Internacional sobre Afganistán que se inaugurará en Londres el próximo 28 de enero. En Kabul morían al menos cinco personas a manos de siete suicidas, que provocaban además heridas a otras 71, y ponían en evidencia los fallos de las medidas de seguridad del régimen afgano, justo cuando Obama anuncia la fecha de inicio de su repliegue.

Tampoco es bueno el balance si miramos un poco más atrás, pues 2009 ha sido para el contingente internacional especialmente luctuoso. Ha acabado como el año con más bajas desde 2001, con 512 muertos frente a los 295 de 2008, y ya se anuncia para este 2010 –que verá la llegada de 40.000 efectivos occidentales– que seguirán produciéndose bajas ante la virulencia de los ataques yihadistas, tanto los talibán en sus distintas acepciones como la propia Al Qaeda. Por otro lado, Karzai metía presión para que las fuerzas extranjeras no produzcan bajas civiles, lo que se manifestaba en su comparecencia hace unos días en la cadena Al Yazira, en una intervención claramente realizada para el público afgano y de otros países musulmanes. Karzai actúa así porque ha debido rediseñar su propuesta de Gobierno por exigencias del parlamento y se enfrenta de nuevo a una convocatoria electoral antes de que los afganos y el resto del mundo hayan logrado digerir las presidenciales de 2009.

Como vemos, y aunque en términos logísticos las expectativas que abren las rutas de suministro abiertas por vecinos septentrionales de Afganistán son un buena noticia para el balance que se va a hacer en Londres, no lo es tanto el enfriamiento político y la intensificación de los atentados terroristas. Tampoco lo será que algunos de los que allí van a reunirse acudan a la capital británica pensando en la reunión ad hoc sobre Yemen que va a celebrarse en paralelo, y ello por lo que tiene de distracción del frente afgano. Al Qaeda consigue, pues, de nuevo alterar con sus atentados las agendas de los grandes del mundo. Una vez más.

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