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Maite Nolla

Ansón, presidente

Los catalanes no nacionalistas –y yo hablo por mí– no sólo tenemos que aguantar al nacionalismo en casa, sino que tenemos que soportar las estupideces habituales de parte de la derecha madrileña, política y periodística.

El estallido repentino de lo que Pizarro avanzó hace más de dos años ha provocado un reacción normal si esto no fuera España. Me explico, aunque sólo sea porque el Gobierno ya no aplica su programa, es más, no sigue ni lo que se marcó cuando se aprobaron los presupuestos, es lógico pensar en elecciones anticipadas, dimisiones o alternativas de éstas monárquicas, como un gobierno de concentración nacional. Pero esto es España. Zapatero va a aguantar lo que pueda y sólo convocará las elecciones que pueda ganar o las que le permitan gobernar; porque les recomiendo que se vayan haciendo a la idea de que Zapatero importará al Congreso las formulas tripartitas catalanas, baleares, gallegas o vascas, aunque ésta última tenga una finalidad noble.  

Y así, algunos plantean que los dos grandes partidos, que casi nunca se han puesto de acuerdo en nada –y que cuando lo han hecho el resultado ha sido lamentable– deberían, por responsabilidad y por España, formar un gobierno que nos saque a flote y convoque elecciones. Y entonces surgen los posibles candidatos y la habitual escalada de gansadas. Uno de los candidatos a este tipo de inventos es Bono. Sucede que, como con la llegada del hombre a la Luna, hemos descubierto que los escenarios eran de cartón y que su españolidad, su catolicismo y su socialismo en general están bajo sospecha, como su patrimonio; así que lo descartamos.  

Otro habitual de estas quinielas es Durán i Lleida. De hecho, Luis María Ansón lo ha propuesto esta semana para el cargo. Dice Ansón que la moderación y el sentido común convierten al dirigente socialcristiano en un candidato idóneo para sacar a España de la crisis, salvando incluso sus veleidades separatistas. Yo añadiría que podemos pasar por alto algunos episodios propios y federativos de corrupción, ajenos al político nacionalista, claro. Rehabilitado Mario Conde, Durán i Lleida es el perfil que necesitamos, sobre todo si obviamos el contenido esencial de su política.  

Desde luego, los catalanes no nacionalistas –y yo hablo por mí– no sólo tenemos que aguantar al nacionalismo en casa, sino que tenemos que soportar las estupideces habituales de parte de la derecha madrileña, política y periodística. Y digo estupidez, porque si añadiéramos algún elemento intencional, estaríamos hablando de mala fe y engaño, y eso sería otra cosa. Realmente, CiU ha intentado apoyar a Zapatero hasta que ha visto que Zapatero no se dejaba apoyar y hasta que en Convergencia han creído que ganarán solitos las elecciones en Cataluña. La responsabilidad y moderación de esta gente ha consistido en apretar las tuercas en cuestiones como el sistema de financiación autonómico, que rechazaron por insuficiente. Y podemos hablar también del estatuto y de las continuas amenazas por si acaso, de las que el señor Durán no ha sido ajeno, o del uso burdo que hacen de sus cuotas en el Consejo General del Poder Judicial o en el Tribunal Constitucional. Y todavía se habla de gran responsabilidad y mucha moderación. Hay que darse por vencido; ni el Tío de la Vara, vamos.

De todas formas, si al final el PP presentara una moción de censura, veríamos si la moderación y el sentido común encuentran su límite en lo de siempre: el mero interés y el precio. Antes que a Durán, prefiero a Ansón de presidente, salvando todas sus veleidades, sean éstas las que sean.

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