Durante el siglo XX, las elecciones eran un formalismo en México y casi siempre ganaba el mismo partido, el PRI. Un largo proceso que implicó la creación de organismos electorales independientes y el despertar de una clase media que acudió a las urnas fueron algunos de los elementos que conformaron la democracia que vivimos en México en el siglo XXI.
El cambio hacia un régimen democrático –gobiernos transparentes y limitados por el poder legislativo y judicial– se logró en el gobierno federal, mientras que a nivel estatal, donde se mantuvo en el poder el PRI, no sólo subsistieron los vicios del siglo pasado sino que se agrandaron. Al perder el PRI el gobierno federal, se atrincheró en los estados que gobierna y en sus bancadas de diputados y senadores del Congreso Federal. Desde esas trincheras y utilizando todos los recursos humanos y financieros a los que tiene acceso en sus cotos de poder, ha luchado en los últimos diez años por la reconquista de la Presidencia de la República.
Con la excusa de que son estados libres y soberanos, muchos gobernadores priistas mantienen ejecutivos locales absolutistas que controlan congresos, a las autoridades electorales y a los organismos de transparencia. En las elecciones en varios estados priistas, como es el caso de Veracruz, hay derroche y compra de votos parecidos o peores que en el siglo pasado.
Los candidatos del PRI cuentan con recursos de sobra. Los grandes proveedores y recolectores de recursos son los gobiernos estatales priistas. Los candidatos del PAN, el partido del actual presidente de la República, tienen recursos muy limitados, pues el gobierno federal en un entorno democrático moderno no les transmite dinero ni les pasa la cesta de recolección de fondos a proveedores, sindicatos ni empresarios, a cambio de privilegios, como lo hacen algunos gobiernos estatales priistas.
El resultado es que tenemos candidatos del PRI ricos, con recursos de sobra en las campañas electorales de los estados y candidatos del PAN pobres, con recursos muy limitados y en franca desventaja con los priistas, cuyo lema es "vamos por todo y con todo".