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Emilio Campmany

Jugar al pierde-gana

Lo que no tiene sentido es que el PSOE vote a favor de la tramitación del Decreto-Ley como proyecto de ley, pues si esto fuera lo que el Gobierno quisiera, le hubiera bastado remitir a las Cortes precisamente eso, un proyecto de ley.

Es famosa la anécdota de Pío Cabanillas padre, quien, interrogado acerca del resultado de no sé cuál congreso de la UCD, contestó: "Aún no sabemos quiénes vamos a ganar". Eso mismo es lo que pretende hacer el PSOE, pero al revés. Zapatero podría muy bien decir, si le preguntaran por el destino que en el Congreso le espera al Real Decreto-Ley de la reforma laboral algo así como: "aún no sabemos quiénes vamos a perder".

Es completamente absurdo que el Grupo Socialista en el Congreso, que sostiene al Gobierno de Zapatero, vote a favor de que el Decreto-Ley se tramite como proyecto de ley.

En España existe formalmente la división de poderes. El Gobierno, por tanto, no puede hacer leyes. Ésta función está reservada a las Cortes. Sin embargo, para casos de urgencia, se permite que el Gobierno dicte decretos-leyes, que han de ser convalidados por el Congreso para tener plena validez. Cabe, no obstante, la posibilidad de que una mayoría de la cámara, estimando la urgencia de una regulación, entienda que la remitida por el Gobierno no es la correcta y prefiera, después de convalidar el decreto, tramitarlo como proyecto de ley por el procedimiento de urgencia para darse la oportunidad de introducir enmiendas. La posibilidad está expresamente prevista en el artículo 86.3 de la Constitución: "Durante el plazo establecido en el apartado anterior (treinta días), las Cortes podrán tramitarlos (los decretos-leyes) como proyectos de ley por el procedimiento de urgencia".

Por eso, se hacen dos votaciones en el Congreso, una para convalidar el Decreto-Ley y otra, para el caso de haberlo sido, con el fin de decidir si se tramita como proyecto de ley o queda convalidado tal cual lo redactó el Gobierno.

La tramitación como proyecto de ley es un peaje que puede imponer la oposición cuando considere que la materia exige la urgencia legislativa, pero desaprueba el concreto modo en que propone regularla el Gobierno. Lo que no tiene sentido y carece de toda lógica es que el partido del Gobierno vote a favor de la tramitación del Decreto-Ley como proyecto de ley, pues si esto fuera lo que el Gobierno quisiera, que se tramitara como proyecto de ley, le hubiera bastado remitir a las Cortes precisamente eso, un proyecto de ley con petición expresa de que se tramitara por el procedimiento de urgencia, exigencia que las Cortes están obligadas a cumplir.

Entonces, ¿por qué no lo han hecho? Por un lado no podían limitarse a hacer un proyecto de ley porque la Unión Europea exige que las medidas entren en vigor de inmediato y, por otro, tienen que votar a favor de la tramitación como proyecto de ley para que no se note que es la oposición quien lo impone. Es como si, en cualquier otro asunto, el grupo parlamentario socialista votara contra el Gobierno para que no se note que el Gobierno pierde una votación.

Pero como el que mucho abarca poco aprieta, el resultado es que la reforma laboral que Zapatero ha presentado este jueves en Bruselas serán unas páginas del BOE que dicen que entran en vigor el mismo día de su publicación, aunque la realidad será que no es más que un proyecto de ley que en un mes puede tener un contenido muy diferente. ¿Será capaz de engañarles tan burdamente? Si lo consigue, chapeau.

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