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Jorge Vilches

Los zapateristas y el Café Party

La explicación de esa actitud confusa de los medios zapateristas es que el antiderechismo es el elemento aglutinador más importante, y decisivo en las urnas, de la izquierda española.

Patriotismo, menos impuestos y menos gobierno. Son las tres ideas que a Esperanza Aguirre le gustan del Tea Party, según ha confesado en Los desayunos de TVE. "¿Es posible en España un movimiento como ese?", le preguntó la presentadora. A lo que la presidenta respondió con un "aquí sería un Café Party". Bien; le ha faltado tiempo a los medios de comunicación cercanos al Gobierno de Zapatero para salir a denunciar la "comunión" de principios de Aguirre con ese movimiento conservador norteamericano. La intención de El País y del diario Público era vincular al PP de Madrid con un supuesto pensamiento "ultra".

El asunto es paradójico, sobre todo si la crítica proviene del socialismo zapaterista que, aún careciendo de ideas y principios, sí ha ido haciendo afirmaciones solemnes, aunque a veces contradictorias y casi siempre improvisadas. Por ejemplo; aún se recuerda cuando Zapatero abanderó un supuesto "patriotismo" contra aquel Rajoy que denunciaba que estábamos en crisis económica. El zapaterismo llegó a acusar a los populares de ser "antipatriotas" y de tener un "patriotismo de hojalata". Pero, ¿qué entendían los de Zapatero por "patriotismo"? Aquellas críticas ni siquiera se referían al "patriotismo constitucional", tomado del pensamiento alemán y puesto de moda el decenio anterior para darle un contenido democrático al nacionalismo y distanciarse de toda relación con el franquismo. No; le daban un sentido más antiguo y primario, propio de los tópicos que se manejan sobre el siglo XIX.

¿Y la bajada de impuestos, el segundo punto del Café Party? Según el presidente del Gobierno, bajar los impuestos es tan derechas como de izquierdas. ¿En qué quedamos? Si la reducción de la presión fiscal es propio de los "neoliberales" y "ultraconservadores" –conceptos distintos que la izquierda utiliza como si fueran lo mismo–, cuantos más impuestos se pidan más de izquierdas se debe ser, y al contrario, cuantos menos impuestos más de derechas. Un razonamiento de este tipo carece de la más mínima lógica histórica, económica y politológica, y denota la falta de modelo de crecimiento que hoy tiene la izquierda.

¿Y cuando critican que se pida "menos Gobierno"? ¿A qué aluden? Los norteamericanos del Tea Party se refieren a menos centralización y menos burocracia (esos "burócratas de Washington"), para dar un mejor y más sencillo servicio al ciudadano; asunto éste que, en principio, parecía ser el ideal del Estado de las Autonomías de la Constitución de 1978. Entonces, la izquierda española ¿qué está defendiendo? ¿La centralización y la burocracia? Pues que lo diga; pero sobre todo que se lo diga a sus socios nacionalistas.

La explicación de esa actitud confusa de los medios zapateristas es que el antiderechismo es el elemento aglutinador más importante, y decisivo en las urnas, de la izquierda española. El rechazo visceral, que no racional, de la derecha une y moviliza a esas distintas versiones del socialismo que de otra manera permanecerían entre la abulia y el cainismo. Ese cierre de las escuálidas filas que aún le quedan al zapaterismo es un triste síntoma de agotamiento intelectual y político, del cual tenemos dos ejemplos recientes: las desmedidas reacciones ante los inoportunos pitidos en el desfile del 12 de Octubre, que ciertamente empañaron el merecido homenaje a las Fuerzas Armadas y a los caídos, y unas simples declaraciones de Esperanza Aguirre sobre el Tea Party.

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