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Maite Nolla

Frenopático al aire libre

La auténtica degradación política de Cataluña la protagonizan sus políticos; pero los de primera fila. Y la muestra la hemos tenido esta semana entre Puigcercós, videos y videojuegos.

Hace tiempo que es evidente que la política catalana ha entrado en una fase irremediable de degradación, de la que sólo se salvan algunos elementos incontrolados y, casi siempre, marginados. En realidad, que se presenten Carmen de Mairena con propuestas interesantes, como la de los grandes ventiladores para levantar la niebla leridana, o Montserrat Nebrera o María Lapiedra, no es nuevo y no es significativo. Siempre ha habido partidos antitaurinos, defensores de la habichuela noruega, disidentes de previas escisiones de partidos comunistas, socialistas auténticos o por autentificar, falangistas e independentistas peleados entre sí. El problema es que ahora tienen internet a su alcance y cualquiera puede colgar un video en la red y que rule.

La auténtica degradación política de Cataluña la protagonizan sus políticos; pero los de primera fila. Y la muestra la hemos tenido esta semana entre Puigcercós, videos y videojuegos. Incluso en este campo se aprecia que la degradación es notoria. Recordarán que en 2006, CiU repartió un video de nombre muy rimbombante, titulado confidencial.cat, que dejaba supuestamente al descubierto todos los secretos del primer tripartito. En realidad no era más que un resumen de imágenes de tevetrés y poca cosa más. Ponerse a hablar de corrupción con el tres per cent de cuerpo presente y con el Carmelo abierto en canal, era demasiado. Pero, claro, el video de CiU era una maravilla de la estrategia política y un ejemplo de audacia, comparado con la basura que nos han arrojado esta semana. Y es que hasta para provocar hay que tener talento, y de 2006 yo me quedo con el video grabado por mi querido Albert Boadella, en el que de forma muy didáctica nos mostraba como dar un uso adecuado e higiénico para el producto de los que luego juntaron sus destinos con el famoso editorial conjunto.

Igual que Berlanga tenía su propio universo, como se suele decir, Boadella y su compañía de teatro son los españoles que mejor y más atinadamente utilizan el término frenopático, hoy en desuso, pese a ser más necesario que nunca. Y es que el que pudiera pensar que la política catalana se ha convertido en un enorme frenopático al aire libre se equivoca. Los políticos catalanes han decidido que su supervivencia pasa por expulsar del sistema al mayor número de electores. Así, ellos, con cada vez menos votos van a mantener su representación y su estatus. Por ejemplo, si las encuestas aciertan, entre CiU, ERC y otras criaturas independentistas no sumarán más de un millón y medio de votos; un poco más del veinticinco por ciento de los que pueden votar en Cataluña. Sin embargo, ocuparán ochenta escaños –escaño arriba, escaño abajo–, lo que representa, más o menos, el sesenta por ciento del nuevo parlamento. Y lo mismo se puede decir de los demás partidos, incluido Ciudadanos, que sólo podrá entrar si el diputado es más barato de que lo que debiera ser. La abstención no es un castigo para los políticos; tampoco el voto en blanco: son su garantía de futuro. En eso centran sus esfuerzos.

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