Lo ha resumido perfectamente Federico Jiménez Losantos: "Rajoy nunca entró en el electorado de la Izquierda y pueda salir del de la Derecha". El PP de Rajoy, que en el fondo es el de Arriola y Gallardón, ha jugado la baza de ganar las próximas generales por incomparecencia de la izquierda. Acomplejados como están por interiorizar la propaganda acerca de la inferioridad moral de la derecha, el PP se las daba felices no combatiendo los desmanes de la izquierda: ¿para qué debía la Oposición ejercitar de Oposición si le bastaba con esperar a que todo se pudriera para alcanzar el poder?
Pero hete aquí que esta risueña y cómoda estrategia de los de Rajoy se les está viniendo abajo. A nadie debería sorprender que si el PP ningunea a su electorado y saliva pavlovianamente al acercarse al de la izquierda, termine perdiendo a los votantes de derechas y no ganando a los de izquierdas. Así lo atestigua la encuesta que publicó ayer El Mundo sobre intención de voto: sin Zapatero, los simpatizantes socialistas que pretendían quedarse en casa están volviendo en masa al PSOE de Rubalcaba o Chacón (cuya intención de voto aumenta del 31,4% al 37,5%), mientras que los del PP se están desencantando del Partido P’ayudar de Rajoy (su intención de voto cae del 47,9% al 44,9%).
Y tengamos en cuenta que este sondeo se realizó en unos momentos en los que ni el PSOE cuenta con un candidato firme, ni Rubalcaba ha comenzado seriamente a movilizar a su electorado y a desmovilizar al del PP ni, sobre todo, se ha recogido el efecto del enésimo desplante de Rajoy a las víctimas del terrorismo, que en este caso es tanto como decir a los españoles y al Estado de Derecho. Pues ciertamente no era necesario que ETA volviera a atentar en Francia para que descubriéramos que no tiene la más mínima intención a entregar las armas, a rendirse ante las fuerzas de seguridad y a pedir perdón a sus centenares de víctimas; sin embargo, los hay en el PSOE y en el PP que o ni siquiera así se dan cuenta de la realidad o, peor, se dan cuenta de ella y pretenden ocultarla con tal de concluir un proceso de rendición cuyas implicaciones últimas, y beneficiarios, aun desconocemos.
Lo de Rajoy de este sábado supone una escalada en el grado de traición a sus votantes, los cuales, para su desgracia, son bastante más sofisticados y están bastante menos fanatizados que los de la izquierda. Por hartos que estén del zapaterismo, bien pueden ser ellos, y no los de la izquierda, quienes se queden en casa si se convencen de que Rajoy no es más que un Zapatero-bis. Y, de momento, el líder popular no hace más que darles nuevos y más significativos motivos. Arriola puede conseguir lo que parecía imposible: que con el país sumergido en la mayor depresión de los últimos 80 años y con el Gobierno rindiéndose ante la ETA, el PSOE permanezca en La Moncloa. Difícil de creer, sí, pero también era difícil de creer que el PP de Aznar se convirtiera en esto.

