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Cristina Losada

Dos iguales para hoy

Si algo tienen en común las campañas del PSOE y del PP es que ambas consisten en una defensa cerrada del Estado del Bienestar. Los dos han hecho bandera de mantener intacto el sistema de prestaciones sociales que tenemos.

Metidos en la caravana electoral, es fácil perder la perspectiva. Pero la perspectiva es Italia. Ese derrumbe del castillo de naipes trucados de Berlusconi. Sus planes de ajuste para después de las elecciones; luego, para ahorita; después, para mañana. Y siempre haciendo trampas en el peso. Naturalmente, no ha podido acabar con la crisis, pero la crisis ha acabado con él, aunque hasta el último segundo pretendía dejar en el trono a su ahijado: aquel que fue ministro de Justicia y fabricó una ley –inconstitucional– para que su padrino no pudiera ser procesado. Bien. Es Italia. Podemos mirar al vecino y consolarnos. A fin de cuentas, ¡aún no nos hemos derrumbado!, como se felicitaba Jáuregui en el debate de los cinco. Todavía podemos enterrar la cabeza en la arena, mientras el efecto dominó se va cobrando las piezas. Y enterrar la cabeza es a lo que equivale, grosso modo, la campaña.

Las campañas electorales llevan aparejadas una inevitable dosis de charlatanería, populismo y demagogia, además de feroces ataques y esos vídeos de obscenidades de patio de colegio. Pero además de aplicar chorretones de esa salsa, los partidos de gobierno, el que se va y el que viene, han decidido alimentar la quimera de que no habrá que prescindir de nada. Si algo tienen en común las campañas del PSOE y del PP es que ambas consisten en una defensa cerrada del Estado del Bienestar. Los dos han hecho bandera de mantener intacto el sistema de prestaciones sociales que tenemos. Los mensajes de los dos grandes partidos son claros y diáfanos a ese respecto. El Estado del Bienestar no se ha recortado (PSOE) ni se recortará (PP).

Los de Rubalcaba hacen como que no han introducido el miniajuste de mayo de 2010, con su congelación de pensiones, rebaja del sueldo de los funcionarios y subida de la edad de jubilación. Si se menciona, pasan de puntillas, para no despertar a los durmientes. Sostienen que será el PP el que apretará las tuercas, los cinturones y los cuellos: de los más débiles. Los de Rajoy, por su lado, reprochan a su adversario todos los recortes y prometen no hacer ninguno. Se encomiendan a los prodigios de las dietas milagro, ésas que sin esfuerzo alguno, incluso atiborrándose de comida, permiten adelgazar y muscularse. Así, de forma simétrica, desde perspectivas opuestas, ambos envían el mismo mensaje. Ninguno aboga por la reforma del Estado del Bienestar. Reforma que es, posiblemente, el único camino que no conduce a Roma. O a Atenas.

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