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Pedro de Tena

Unidos por la aristocracia y la estulticia

Si no lo leo, no lo creo. Que Zapatero esté interesado en la concesión de algún título nobiliario por parte del Rey es algo que, de ser cierto, nos aporta la guinda final del retrato psicológico del personaje.

Si no lo leo, no lo creo. Que Zapatero esté interesado en la concesión de algún título nobiliario por parte del Rey es algo que, de ser cierto, nos aporta la guinda final del retrato psicológico del personaje. Del mismo modo, José Antonio Griñán, de la casa del marqués de Nevares –como puede comprobarse en los Anales de la Real Academia Matritense de la Heráldica y Genealogía, Volumen II-III, 1992-93, Madrid, de José Miguel de Mayoralgo y Lodo, conde de los Acevedos–, ha concluido su aportación a Andalucía con su ausencia de la final de la copa Davis España-Argentina, que se celebró en Sevilla este fin de semana. Así que ya tenemos a José Luis, vizconde del Paro y marqués de la Ruina y a Pepe, El ausente, de la casa de Nevares. Qué par de personajes. 

El primero de ellos, Zeta Pé, agota ya la más elemental decencia psíquica por su apartamiento continuado de la realidad. Se ha atrevido, al parecer, a comentar a un alto cargo de la Casa Real su predisposición a ser agraciado con un título nobiliario. Él, el republicano, el de las dos Españas y el que decía que la tierra, títulos incluidos, no es de nadie, sino del viento, el señor que ha dejado a España en la más espesa de las crisis, que ha dado la sensación, no sólo de no entender de casi nada, sino de no hacer caso de nadie, embebido de una soberbia infantil y ridícula, quiere ser, suponemos, "grande de España". La realidad supera a la ficción, suele decirse. No cabe duda de que en el caso de Zeta Pé se superan todas las marcas. Por ello, propongo seriamente que, a partir de ahora, en todos los medios de comunicación, le llamemos vizconde del Paro o marqués de la Ruina o ambas cosas. O viceversa. Siempre y en todo lugar y por los siglos de los siglos.

En cuanto al otro, vinculado a la aristocracia, al hilo de la casa del marqués de Nevares, José Antonio Griñán, de familia superfranquista, hijo de un oficial de la Casa Militar del generalísimo Franco, como dice su "eco de sociedad" de ABC, 25-3-44, exhibe la misma soberbia, pero en este caso dolosa. En Sevilla hay una final de la Davis, con casi récord de público, con el Rey en las gradas y, más tarde, el Príncipe, y un ambientazo de los de época. Pero Griñán anunció días antes que él no iba a estar presente. No se entera de que es la primera autoridad de Andalucía, que él no puede decidir si estar o no, él representa a los andaluces. Pero no asiste a la primera jornada, decisiva, fantástica, colosal. Y por si fuera poco, deja en manos del PP la representación de Andalucía, Juan Ignacio Zoido, alcalde, y Javier Arenas. Aunque no sea su partido el que ganó las elecciones, aunque no haya dado un duro para el mayor éxito del evento y, coño, aunque no te guste el tenis, José Antonio, tenías que estar allí porque era Sevilla y Andalucía retransmitidas a centenares de países durante tres días. Y para colmo, esto ya es carajal mental, luego fue. El día de los dobles. ¿Será gafe?

Entre el vizconde del Paro y/o marqués de la Ruina y el de la casa del marqués de Nevares, vamos listos. Así estamos en España y Andalucía: con la boca abierta.

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