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José Carlos Rodríguez

El género idiota

El criterio de lo que es o no sexista es "la conciencia social de las mujeres". Es decir, de determinadas mujeres que, en realidad, son una exigua minoría

La izquierda siempre ha querido cambiar la realidad con las palabras. Partiendo de que la unidad de cuenta de los crímenes del socialismo es la decena de millones de muertos, esta sutileza de jugar con las palabras hasta es bienvenida. Pero su inanidad no rebaja un ápice su carácter totalitario. Sobre esto último ha publicado El País un artículo sobre las guías para un "lenguaje no sexista" que es una ilustración perfecta de lo que es la izquierda. 

Estas guías se han escrito "sin la participación de los lingüistas", advierte el artículo. Claro, que ¿para qué, si sólo les van a decir cómo el lenguaje y lo que les interesa es cambiarlo? El criterio de lo que es o no "sexista" es "la conciencia social de las mujeres". Es decir, de determinadas mujeres que, en realidad, son una exigua minoría. Pero son ellas, como representantes de la lucha contra la "discriminación" en el lenguaje, las que tienen toda la legitimidad para dictar qué se puede decir, y cómo. Y desde ese poder autoproclamado se ejerce un “despotismo ético”. Un concepto exacto y en el que, en su pura contradicción, el nombre se devora al adjetivo. Un despotismo que, claro está, no deja resquicio a la discrepancia o al debate: “En las guías que examino”, dice el autor, “no demuestran discrepancias en relación con lo que es o no es verbalmente sexista”. No dejan al respecto “ninguna duda”.

Otro rasgo típico de la izquierda que viene reflejado en el movimiento por un lenguaje "no sexista": Haz lo que digo, pero no lo que hago. El autor se sorprende que se vea como normal que un político al uso hable de "ciudadanos y ciudadanas" (o de "vascos y vascas" o "los terroristas y las terroristas", que también valdrían como ejemplo), pero "una vez abandone la tribuna o el estudio de grabación" dirá frases sin la impostada afectación no sexista como "me voy a cenar con unos amigos", sin intención alguna, claro está, de despreciar a sus amigas.

Y todo por la absurda pretensión de identificar el género con el sexo. Masculino con el varón y femenino con la hembra. ¿Y el género neutro? Por algún motivo no lo relacionan con el hermafroditismo. ¿El género común, el epiceno, el ambiguo? No los conocen. Se quedan en el género idiota.

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