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Agapito Maestre

De interés nacional e internacional

Si gana el PP en Andalucía, estaremos asistiendo a la aparición de un fenómeno político radicalmente nuevo: estaremos, sí, en presencia de una democracia conquistada a base de esfuerzo y tesón

La elección autonómica del 29 de marzo para elegir representantes a la Junta de Andalucía trasciende el ámbito de la comunidad hasta convertirse en un acontecimiento de carácter nacional e internacional. Múltiples son los motivos y las razones de esa trascendencia, pero hay tres de carácter estrictamente político que, en mi opinión, son determinantes tanto para definir el desarrollo de nuestra democracia como para salir de la crisis económica que invade a España.

Sin restarle un ápice de importancia a la historia e identidad que Andalucía le da a España, sin olvidar la relevancia de su amplia extensión geográfica y, por supuesto, sin desconsiderar la amplia densidad de población de esta comunidad comparada con las restantes, creo que los tres factores que convierten a esta elección en trascendente son: primero, es menester que se produzca de una vez la alternancia política para que podamos hablar de una genuina democracia en esta región. Por simple higiene democrática, como suele decirse, es menester acabar con 34 años ininterrumpidos de gobierno socialista. Tanto por ética como por estética aún no se entiende bien cómo el PSOE, en Andalucía, conserva un 37 por ciento de votos fieles, cuando en el resto de España no pasa del 29 por ciento.

En segundo lugar, si gana el PP en Andalucía, entonces estaremos asistiendo a la aparición de un fenómeno político radicalmente nuevo para los españoles: estaremos, sí, en presencia de una democracia conquistada a base de esfuerzo y tesón, algo que el resto de España, e incluso la nación entera, desconoce, porque en buena medida los partidos políticos, aunque muchas elites políticas no les guste reconocerlo, se encontraron ya con una "democracia otorgada" en la Transición. Ese otorgamiento, en el caso de Andalucía, se ha convertido en algo peor: el PSOE ha hecho de Andalucía un objeto de su propiedad.

En efecto, la apropiación que del sistema democrático ha hecho el PSOE, en Andalucía, se conoce por diversos nombres, pero todos viene a coincidir llamarle "régimen", porque el tejido clientelar y populista, acompañado con todos los ingredientes de una corrupción económica y política, funciona como una red de la que parece imposible salir sin heridas, incluso a la oposición. Sin embargo, en honor a la verdad, la oposición del PP con mucho trabajo político, liderazgo democrático y propuestas permanentes no sólo ha logrado romper con esa tela de araña, como diría el amigo Pedro Tena, sino que incluso ha conseguido darle ya la mayoría absoluta a Rajoy por un lado, y conquistar prácticamente todos los ayuntamientos de capitales de provincia y de las grandes ciudades de Andalucía. Ahora ya sólo queda la conquista democrática de la Junta de Andalucía. Si el PP consigue la mayoría absoluta el próximo domingo, podemos decir que estamos ante uno de los mayores éxitos de un partido político: ha conquistado la llegada de la democracia. Ésta no es algo otorgado, después de 34 años de oposición, sino una genuina conquista política.

El mensaje del cambio que el PP ha logrado imponer en toda Andalucía no es, pues, un asunto de ayer o de los últimos meses, sino fruto de un trabajo serio y concienzudo de oposición en los últimos años que, inevitablemente, tiene que darle la mayoría absoluta a Javier Arenas. Quien, aparte del reconocimiento político que obtendrá su liderazgo, dará alas a su partido para que sea reconocido en el mundo entero en general y, sobre todo, ante nuestros socios europeos en particular. He ahí el tercer factor político de estas elecciones que va más allá de nuestras fronteras: La victoria del PP en Andalucía dará no sólo estabilidad en España, sino que conseguirá crear confianza en los mercados internacionales y en la UE.

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