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Pulso al Estado tras el 29-M

Si la huelga del 29-M ha supuesto el fracaso de UGT y CCOO, no puede decirse lo mismo de los grupos izquierdistas reaccionarios, que en su más variada tipología, han resurgido como un factor de desestabilización importante en los próximos meses.

Unánimemente se habla de fracaso de los dos grandes sindicatos tras la huelga del pasado jueves. Y con consecuencias importantes: su derrota ha supuesto un impulso importante a la política económica del Gobierno, plasmada ya en los Presupuestos de 2012. De ellos, poca oposición encontrarán las reformas gubernamentales.

Pero no es sólo el Gobierno el beneficiario del deterioro de las dos centrales sindicales. En primer lugar, el hundimiento de UGT y CCOO, la "izquierda oficial", está siendo acompañada del auge de la izquierda antisistema y radical del 15M, más violenta y agresiva que los ya de por sí intransigentes piquetes tradicionales de los dos sindicatos. Crecidos por meses de permisividad, estos grupos fueron el pasado 29-M los que llevaron la iniciativa, arrastrando a no pocos sindicalistas tras de sí, y generando tensión en varias zonas de Madrid. Sólo la firme actuación policial evitó que se repitiesen las imágenes de los últimos meses de gobierno socialista. Pero pese a la importante labor policial, estos grupos marginales aspiran a seguir generando tensión, tal y como lo hicieron el jueves.

En segundo lugar, lo ocurrido en Barcelona el pasado jueves muestra, primero, la creciente fortaleza de grupos radicales izquierdistas anticapitalistas y su cada vez mayor y más violenta capacidad de desestabilización dentro de la sociedad catalana. Por otro lado, la repetida incapacidad de las autoridades y los cuerpos policiales catalanes en disuadir, controlar y castigar a los agresores muestra el fracaso autonómico en garantizar una atribución esencial del Estado moderno: la seguridad. Simplemente las autoridades de la Generalitat son incapaces de garantizar el orden público y los derechos de los ciudadanos catalanes. Y todo indica que, a corto y medio plazo, esta incapacidad no será resuelta.

En tercer lugar, en el País Vasco y Navarra se ha escenificado con la huelga la recuperación social y callejera del entorno de ETA. Como en el caso político de EA y Aralar, aquí LAB ha logrado la iniciativa en el sindicalismo nacionalista vasco, tragándose a sus socios y convirtiendo a ELA en simple acompañamiento de sus actos violentos. Lo ocurrido el 29-M muestra con nitidez el rearme político etarra y la progresiva recuperación de la calle. La sensación de impunidad y las perspectivas de poder presentarse, y eventualmente vencer, a las elecciones de 2015 está reforzando al totalitarismo etarra, que goza hoy de una capacidad de maniobra creciente.

Si la huelga del 29-M ha supuesto el fracaso de UGT y CCOO, no puede decirse lo mismo de los grupos izquierdistas reaccionarios, que en su más variada tipología, han resurgido en varios puntos de la geografía española, como un factor de desestabilización importante en los próximos meses. Pese a su carácter más o menos minoritario, su capacidad de generar problemas sociales e institucionales en un momento económico delicado, es importante. Especialmente si, como el pasado jueves, indignados, abertzales y antiglobalización coinciden en su pulso al estado arrastrando a la desbordada "izquierda oficial".

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