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La ejemplar Francia

De lo que no cabe duda es que la versión post-mayo del 68 de la consigna "la imaginación al poder" es otro lema igualmente nocivo: la demagogia al poder. Y esto es lo que quieren copiar Rubalcaba y sus secuaces.

Por alguna razón que la razón no conoce, según el muy francés Pascal, el progresismo patrio se derrite ante la marcha política del país vecino. Esto, que hubiera sido comprensible cuando el destronado Sarko consiguió, mal que bien, que fuera la única nación europea sin ningún trimestre recesivo, es hoy resueltamente incoherente.

El recién llegado Hollande envió a su primer ministro a obtener la confianza parlamentaria. Se la otorgó su mayoría en la asamblea, no sin algún susto pues un diputado que se sintió mal provocó la suspensión de la sesión. Pero lo raro es que la colección de retórica vana con la que castigó el primer ministro Ayrault a sus colegas debió haber enfermado a más de uno.

Se recordará fácilmente que Hollande prometió, bajo la bandera del crecimiento, renegociar el tratado de estabilidad europeo que obliga a equilibrar las cuentas públicas. En la cumbre de junio no estaba ni en el orden del día. Tras el reciente "éxito" europeo de la política abogada por Francia, lo que anunció el Gobierno fue una ley de equilibrio de las finanzas públicas para el año que viene. Es decir, la revocación absoluta de lo dicho en campaña, de entrada. No es todo, el ejecutivo deberá encontrar 43.000 millones de recortes, ajustes y reformas entre lo que queda de año y el que viene para cumplir con los requisitos de déficit europeos, del 4,5% y 3% respectivamente. De nuevo, por alguna extraña razón, lo que los socialistas patrios critican agriamente aquí es elogiado si lo hacen sus correligionarios. No se sabe muy bien si por la sangría de la nobleza que significó la muy admirada Revolución Francesa o por el desvarío imperialista, militarista y dictatorial que la siguió y que conocemos educadamente como época napoleónica. En todo caso no deja de asombrar lo que admiran los socialistas.

Esto habrá de ser compatible con las otras promesas electorales, a saber: el incremento de impuestos que llevará a pagar el 75% por encima del millón de euros en renta, el aumento del salario mínimo y la adición de 60.000 funcionarios en educación al presupuesto. Salvo que todo esto también sea mentira y todavía no nos hayamos enterado.

Pero eso sí, viendo la paja en el ojo ajeno antes que la viga en el propio, el gobierno galo no se privó de criticar a Europa por privilegiar la austeridad sobre la prosperidad según el lenguaje maniqueo que pasa por comunicación pública allende los pirineos. 

Es difícil calcular el plazo que tardarán en caducar el resto de los compromisos electorales de Hollande o si esperará a que fracase su aplicación para renegar de ellos, pero de lo que no cabe duda es que la versión post-mayo del 68 de la consigna "la imaginación al poder" es otro lema igualmente nocivo: la demagogia al poder. Y esto es lo que quieren copiar Rubalcaba y sus secuaces. 

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