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EDITORIAL

Rajoy enroca al PP

Rajoy no puede tratar al Partido Popular como un bloque monolítico, fiando el futuro por igual de todos sus miembros sea cual sea su actitud ética.

La comparecencia de Mariano Rajoy ayer sábado para defenderse de las acusaciones de corrupción que pesan contra él y su partido, siguió el guion tradicional en estos casos consistente en negarlo todo y convertir a la organización en un búnker hasta que el escándalo amaine. Cabe reconocer a Rajoy la aguerrida defensa que hizo de su honorabilidad personal con un tono perceptiblemente sincero en el que, además, ofreció algunos razonamientos obvios sobre su situación económica, antes y después de entrar en la política, que diluyen notablemente las acusaciones que pesan sobre su persona. Ahora bien, lo que en su caso puede ser aceptado como descargo, no puede convertirse en el salvoconducto que anule las fundadas sospechas que siguen pesando sobre otros altos cargos del Partido Popular y la propia organización en su conjunto.

Es muy posible que, como afirmó ayer, Mariano Rajoy esté en política por otras motivaciones distintas del dinero y que no haya utilizado donaciones irregulares realizadas al partido para enriquecerse personalmente. Sin embargo, hay algunos hechos sobre los que no cabe ninguna duda, que cuestionan muy seriamente la rectitud de los mandatarios del partido del que Rajoy es Presidente. Por ejemplo, hay un señor que durante dos décadas dirigió las finanzas del partido del Señor Rajoy, al que se le han localizado 22 millones de euros en cuentas opacas que, además, ha regularizado con el fisco español para disponer libremente de un dinero cuya procedencia no ha podido aclarar. Hay también una contabilidad manuscrita con nombres y entregas de cuantiosas cantidades, algunos de cuyos apuntes han resultado ser ciertos según la declaración de los propios beneficiarios como ha sido el caso del Presidente del Senado. Si la entrega de dinero a García Escudero responde fielmente a lo que figura en la contabilidad hológrafa de Bárcenas, hay razones suficientes para creer en la veracidad del resto de apuntes que implican a prácticamente todos los dirigentes del PP en los últimos tiempos.

Por todas estas razones, Rajoy no puede tratar al Partido Popular como un bloque monolítico, fiando el futuro por igual de todos sus miembros sea cual sea su condición y la forma en que se hayan conducido en el terreno financiero. Hacer eso sería terriblemente injusto para los que han actuado con rectitud y que, por tanto, no tienen por qué verse implicados en un proceso mediático y judicial que puede convertirse en un auténtico calvario dada la proverbial lentitud de la justicia en nuestro país.

Pero es que además, el tratamiento unívoco que Rajoy pretende dar a esta crisis puede llevarse por delante a la organización en su conjunto, pues si se demuestra fehacientemente un comportamiento irregular, la acusación pesará entonces por extensión sobre todos los miembros del partido. No es inteligente fiar la suerte de una organización en la que hay decenas de miles de personas honradas, dedicadas a la política con nobleza y de forma desprendida, a lo que el futuro pueda deparar a los que se hayan podido aprovechar de su posición en propio beneficio. Rajoy así lo ha querido. No podrá quejarse si en el futuro las consecuencias de su decisión se lo llevan por delante también a él.

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