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Pablo Montesinos

Los barones del PP van en serio con su amenaza

¡Con lo bien que se estaba en Doñana!, debe pensar el presidente. Y eso que no te cuento la preocupación extrema por la deriva de la Corona, que para eso ya están los tuyos dando toques de atención a la Zarzuela.

 

Querida Ketty

El lío que el presidente tiene con sus barones es morrocotudo. La pela es la pela, que dirían. Tal es la desconfianza que su reunión secreta con Artur Mas ha generado entre los suyos, que se han dado dos acontecimientos que no deben pasar desapercibidos en ningún caso. El primero, en la descafeinada Junta Directiva del PP, el principal órgano interno entre congresos. Y el segundo, durante la primera explicación pública de Rajoy sobre el despacho, dos semanas después de celebrarse.

La cita del cónclave popular vino precedida de gran tensión interna. Los líderes regionales del PP temían que con Mas se hubiera llegado a algún tipo de acuerdo no escrito que otorgue más beneficios a Cataluña. Y ya venían calentitos tras el objetivo de déficit a la carta sugerido por Hacienda. El clamor, hecho público, fue sonado: Galicia, Comunidad de Madrid, Castilla y León o Extremadura se postularon en contra, dispuestas a dar la batalla.

"Una de las fortalezas del PP es su cohesión interna. Necesitamos más que nunca la unidad de todos. Llevo muchos años en el PP, y sé que lograr que el partido funcione bien es fundamental", pronunció Rajoy ante los suyos. Aunque gran parte de los rebeldes no estaban, y hacían primar sus agendas regionales a una cita clave de Génova, cosa que hasta hace bien poco era impensable. La orden del presidente, pues, era clara: prietas filas, también en el tema de la financiación.

Tras escucharle -en persona o a través de los medios de comunicación-, los barones no se quedaron tranquilos. De hecho, insistieron: "Si tenemos que dar la batalla, la daremos. Estamos haciendo enormes esfuerzos, pidiendo sacrificios. Yo no podría dar la cara ante mis ciudadanos si al final Cataluña se sale con la suya", resumió un presidente que dio plantón al jefe, y no se arrepentía. Ignacio González, sólo horas después de asistir a la Junta, decía en esRadio: "Madrid está encantada de ser una comunidad solidaria. A lo que no estamos dispuestos es a que no se nos den los ingresos que necesitamos. No podemos tener menos que la media ni menos dinero del que necesitamos".

Evidente que las aguas seguían revueltas, y Rajoy volvió a intentarlo, en comparecencia pública junto a Ban Ki Moon. El encuentro con Mas fue "bien" y se habló de todo, reconoció. Pero puso todo su empeño en que calara otro mensaje: "No hemos llegado a ningún acuerdo concreto", quiso tranquilizar. No acordó ni "cifras" ni "criterios", enfatizó. Más aún, según su versión de los hechos, le emplazó al Consejo de Política Fiscal y Financiera para hablar tanto del déficit como de los dineros.

Un segundo mensaje que las baronías acogen con satisfacción, pero sin fiarse del todo. "Vamos a ver qué va ocurriendo y que se dice en las reuniones. Todavía es pronto. Pero si se hacen las cosas mal, tendremos que decirlo", es la opinión mayoritaria.

Así pues, la vuelta ha empezado movidita. ¡Con lo bien que se estaba en Doñana!, debe pensar el presidente. Y eso que ni entro a comentarte la preocupación extrema por la deriva de la Corona, que para eso ya están los tuyos dando toques de atención a la Zarzuela. Desde Moncloa, ponen todo su interés en recalcar que "las instituciones funcionan", pero en privado admiten que ver a la infanta imputada no es una buena noticia "para nadie". Y se quedan ahí, de momento.

Esperando noticias de la casa socialista, besos, Pablo

PD: ¿Qué tal la vuelta de Semana Santa? Mi depre todavía continúa, y sigo pensando en las torrijas. ¡Y muchas felicidades!

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