El atentado de Boston y la ejemplar neutralización de sus autores materiales parece haber dinamizado la lucha contra sectores yihadistas por doquier, desde España hasta Canadá. En realidad, las fuerzas de seguridad de muchos países no hacen sino continuar su trabajo en la lucha contra un terrorismo permanente pero que sólo en determinadas coyunturas adquiere notoriedad.
Las detenciones realizadas la semana pasada en Bélgica sirvieron para neutralizar a yihadistas que querían atentar, en este caso en Siria, donde también se practica el terrorismo yihadista, aunque algunos no le presten atención por considerar que es un escenario de guerra. Los dos detenidos ahora por el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) estarían animando también la ejecución de violencia terrorista: las investigaciones aclararán si en suelo español, en forma de atentados, pero lo que sí es seguro es que la animaban en Mali, y uno de ellos lo habría intentado personalmente, aunque afortunadamente sin éxito. En realidad, para los yihadistas el campo de batalla es universal, y lo importante es mostrar la presencia combatiente donde se pueda, provocando el máximo daño y universalizando el dolor.
Es significativo que los detenidos en Zaragoza y Murcia habrían intentado desembarcar en escenarios abiertos de combate yiihadista, uno de ellos en Mali, o bien habrían tenido algún tipo de vínculo con quienes ejercen el terrorismo, en concreto con los asesinos de dos franceses a los que se había secuestrado en el norte de Níger en enero de 2011. Tales perfiles ponen de actualidad a Al Qaeda en las Tierras del Magreb Islámico (AQMI), uno de los grupos terroristas a los que se combate en el norte de Mali, y que tiene importantes tentáculos en el resto del Sahel y más allá del Magreb.
Ejerciendo Francia un esfuerzo antiterrorista en Mali que requiere y requerirá de un amplio apoyo de otros Estados, dada la envergadura y la complejidad de la amenaza, también es importante que destaquemos cómo dicho país europeo es objetivo de los terroristas. Lo ha sido ayer, en el mismo día en que se producían las detenciones en España, y en un escenario no europeo, en Libia. El atentado con coche bomba contra la embajada francesa en Trípoli, que ha provocado dos heridos y numerosos daños materiales, nos sigue situando en la realidad aquí tratada. No ha tenido este ataque la envergadura del que, en septiembre y en Bengasi, acabó con la vida del embajador estadounidense y de tres de sus colaboradores, pero es una acción más en el combate permanente y ubicuo.
Los terroristas yihadistas actúan donde pueden y con la máxima letalidad a su alcance. El peligro existe por doquier, y la amenaza es alta, proceda de lobos solitarios (Boston) o de células y grupos más estructurados (AQMI). De ahí la necesidad de redoblar los esfuerzos antiterroristas en clave multinacional reflejados en las detenciones realizadas en España, resultado visible de la colaboración del CNP con sus homólogos de Francia y Marruecos.