Colabora
EDITORIAL

Este PP o la nada

La convención sólo está sirviendo para ejemplificar un cierre de filas en torno a los dirigentes, sin que se sepa qué ideas pretenden defender.

La Convención Nacional que el Partido Popular está celebrando este fin de semana en Valladolid está resultando como era de prever. Con una ausencia prácticamente absoluta de exposición y debate de ideas, la reunión ha servido más para aglutinar a los participantes en torno a la dirigencia del partido que a propiciar una profunda reflexión en torno al ideario que los populares han dejado de defender, con la pérdida de apoyo social que reflejan todas las encuestas como principal consecuencia.

El discurso de la secretaria general del PP en el arranque de los fastos definió perfectamente lo que los populares esperan de esta convención, celebrada precisamente cuando las desafecciones de personajes muy destacados del partido han llegado a niveles nunca vistos con anterioridad, ni estando en el Gobierno ni en los momentos más duros de su larga trayectoria en la oposición. Cospedal abandonó cualquier pretensión de apuntalar un ideario firme en términos liberal-conservadores y, en su lugar, prefirió cantar las grandezas del PP y mostrar una imagen voluntariosa de un partido sin fisuras que, visto lo ocurrido en las últimas semanas, pocos pueden ya creer.

Los demás oradores no hicieron tampoco menciones de enjundia sobre política, que es para lo que un partido organiza una conferencia nacional, y en su lugar decidieron demonizar a formaciones políticas que amenazan con captar una parte más o menos mollar, ya se verá, de las bases de votantes del PP, cuyo descontento con la gestión del gobierno de Rajoy es a día de hoy más que notorio.

Tan sólo Esperanza Aguirre, marginada del cotarro dirigente del partido, hizo alusiones muy oportunas a la necesidad de recuperar el discurso político que el PP ha enarbolado siempre como su principal seña de identidad. El partido que Aznar supo convertir en un referente para la gran mayoría de españoles que comparten las ideas liberal-conservadoras, de cuyos réditos vive todavía el PP, parece haberse convertido simplemente en una maquinaria destinada a mantener el poder a cualquier precio.

Lejos de servir para volver a las raíces que convirtieron al PP en el gran partido de centro derecha, capaz de arrasar a los socialistas en las elecciones con un programa muy sólido para después cumplirlo a rajatabla desde el Gobierno, la convención popular de Valladolid sólo está sirviendo para ejemplificar un cierre de filas en torno a los dirigentes actuales sin que se sepa qué ideas, valores y principios pretenden llevar a la práctica en esta segunda mitad de la legislatura, ya que en estos dos primeros años no han manifestado la menor intención de hacer algo ni remotamente parecido.

Cospedal resumió en una sola frase las aspiraciones actuales de su partido y el mensaje que quiere hacer llegar a la sociedad con esta conferencia nacional celebrada en Valladolid. "Es el PP o la nada", dijo la secretaria general para desdeñar a otras formaciones políticas, sin percatarse de que la frase tiene un segundo sentido que sí refleja perfectamente al PP actual: este PP es la nada; pero eso sí, con una voluntad de mantenerse en el poder a la que su clase dirigente ha decidido supeditar cualquier consideración de orden ideológico.

Temas

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario