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Miguel del Pino

El lince mejora... dentro de la gravedad

Los enemigos principales de los linces liberados son tres: el veneno, la escasez de conejos y los atropellos en carretera.

La UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) acaba de modificar el status de nuestra especie joya, el lince ibérico, al que pasa de "Estado crítico" a "vulnerable" en función de sus posibilidades de recuperación.

Frente al catastrofismo general en que muchas veces se envuelve la divulgación científica y en este caso la naturalista, de cuando en cuando aparecen noticias como la que comentamos que demuestran que no todo se hace mal y que en ocasiones nos movemos en el buen camino. La cría en cautividad del lince es la principal causa de la salida de la especie de la situación crítica en que se encontraba.

Antes de que comenzaran a obtenerse los primeros éxitos en este sentido, casi nadie creía en la crianza en cautividad como solución para la salvación de especies condenadas a la extinción en la naturaleza. La sombra de las campañas que presentaban a los zoológicos como "prisiones para animales" planeaba sobre todo proyecto que hiciera referencia al mantenimiento de ejemplares en instituciones científicas para dedicarlos a la experimentación sobre sus posibilidades reproductoras.

El lince ibérico tuvo que llegar a una situación desesperada para que se superaran los complejos y comenzaran los programas de crianza. Doñana, Sierra Morena y algunos otros enclaves constaban con infraestructura suficiente para intentar la construcción de grandes parques de cría donde los linces se encontraran de la forma más parecida posible a la libertad, pero no hay que olvidar el mérito de la bióloga norteamericana Astrid Vargas, contratada para programas iniciales en función de los éxitos que había obtenido previamente, especialmente con la reproducción del turón de patas negras, otro presunto condenado a la extinción que fue puesto a salvo gracias a programas dirigidos por la prestigiosa doctora.

Si podemos afirmar que la cría de linces es todo un éxito, no ocurre lo propio con los intentos de reintroducción de ejemplares en la naturaleza ibérica, ya que el número de bajas entre ellos, en su mayor parte sometidos a control por radioemisores, es tan alto que a veces se llega casi a la desmoralización en cuanto a la viabilidad de tan ímprobos trabajos como implica la crianza.

Los enemigos principales de los linces liberados son tres: el veneno, la escasez de conejos y los atropellos en carretera; este último es el mayor de los peligros que en estos momentos amenazan al gran felino ibérico.

Ante semejante mortandad post-libertad hay que plantearse si no sería mejor parar la suelta de ejemplares nacidos en cautividad al menos hasta disponer de una población suficientemente grande como para asegurar definitivamente el frenado de la extinción. No es fácil paralizar las liberaciones porque de nuevo nos amenaza el fantasma de los complejos más o menos libertarios. Los complejos programas de crianza de linces o de cualquier otra especie silvestre en peligro requieren importante financiación que a veces los científicos tienen muy complicado obtener, especialmente en tiempos de crisis; la suelta de ejemplares en la Naturaleza es una verdadera fiesta y una excelente ocasión para que se retraten en tal momento en el lugar toda una larga serie de personajes políticos deseosos de "sacar pecho" y adjudicarse la medalla del mérito ecológico; suprimir esta oportunidad podría hacer más difícil conseguir las finanzas necesarias.

Esto es así quizá porque presumir es humano, pero la Ciencia y la defensa de la Naturaleza deben separarse de la política y de la frivolidad, de manera que no debería haber complejo al mantener en parques lo suficientemente grandes y con una alimentación natural muchos de los linces que se sueltan en la actualidad, en ocasiones con pocas garantías de que puedan prosperar en la naturaleza.

Esta ralentización de las liberaciones debería producirse en paralelo a la toma de medidas para que mejoren las posibilidades de supervivencia; investigando y luchando contra quienes ponen todavía cebos envenenados en los territorios linceros, estudiando las medidas correctoras necesarias para evitar los atropellos en carreteras deficientemente señalizadas, algunas de las cuales frecuenta el lince en su primer viaje de dispersión después de haber sido liberado.

En estos momento el Grupo para la Recuperación de Especies de la Fauna Autóctona, con sede en la localidad madrileña de Majadahonda, inicia los estudios necesarios para intentar la cría en cautividad del águila imperial ibérica, una de nuestras especies joya que hace años contaba con el status de "ave rapaz más amenazada del mundo" y, de manera paralela al lince, está saliendo, poco a poco, de tan delicada situación. La solvencia de Grefa y de sus científicos y voluntarios permite albergar esperanzas sobre el éxito de su nueva campaña.

A quienes piensen que se trata de gastos excesivos y que sería preferible dejar que las cosas de la Naturaleza sigan su curso sin inversiones ni esfuerzos, habría que llamarlos al orden recordándoles que el patrimonio cultural de un país no comprende solamente las obras de arte producidas por la mano humana, sino también aquellas otras que ha modelado la Naturaleza, y en este sentido la pérdida de especies o de sus hábitats puede calificarse de auténtico atentado.

Algunas cosas, como la conservación de nuestro linces empiezan a mejorar. Sigamos por esta buena senda.

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