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Pedro de Tena

Tontos constitucionales y Trump

Las democracias, cuando se acamellan ante lo políticamente correcto a derecha e izquierda, producen majaretas y carajotes incansables.

Don Miguel de Unamuno, cada día más Don si lo comparamos con la bobería circundante, hablaba de tontos constitucionales. Ahora que vamos a lamentar el 80 aniversario de su muerte, bueno será recordar que no se refería con esa expresión a los políticos, que se podría. No. Entonces, ¿qué es un tonto constitucional? Pues un "tonto por constitución fisiológica, a nativitate, irremediable…". Más o menos, un tonto absoluto. Don Miguel, ya curado de espanto a derecha e izquierda, no quiso ser nunca más ni intelectual ni políticamente correcto, esto es, tonto constitucional. Sólo quiso ser espiritualmente libre para decir y hacer lo que le parecía debía ser dicho y hecho, con más atención a la verdad de las cosas y los hechos que a los prejuicios y gafas ideológicas de las almas mendrugas.

En estos días, la badulaquería internacional – otra de las expresiones gloriosas del bilbaíno– se ha rasgado las vestiduras con la elección, tan democrática como la de Obama, digo yo, de Donald Trump para la presidencia de Estados Unidos. Pero, en este caso, la bellaquería de unas izquierdas para las que si alguien no es de su cuerda es perverso a fuer de ignorante o viceversa ha sido igualada por la majadería de unas derechas, nacionales y europeas, que se han afanado en recordarle al ganador los valores democráticos occidentales que perseveran en imaginar que Trump desconoce. Cuando Reagan, los progres difundieron por el mundo que era un mal actor y encima un papanatas. La respuesta, ya saben, fue la caída del Muro de Berlín sobre la izquierda mundial, que sigue sin salir del hospital mental en que la ingresó. En aquel caso, las derechas liberales, conservadoras y el Papa, no dijeron mú o musitaron "yes". Y acertaron.

El espectáculo delirante al que estamos asistiendo desde el pasado miércoles es clamoroso. Cuando gana quien la izquierda pueril no desea, la elección no es legítima. Como cuando Rajoy, antes y ahora, que el PP sigue sin enterarse. O sea, la calle por encima de las urnas. En este caso, cuando ha ganado quien las derechas acomplejadas no esperaban, sus lelos fraguan memes con un Hitler empresario y rubio capaz de atrocidades sin cuento aunque, que sepamos, aún no ha matado ni hecho daño a nadie. Enumeren conmigo: asesinados por ETA, oh, cúan demócratas son Bildu y cía, y por los GAL y otros asesinados por Estados democráticos; por el régimen de Hugo Chávez; por los narcoterroristas colombianos; por los bendecidos Castros cubanos, otros dechados de democracia; por Putin y sus amigos sirios; por los estado-islamistas… Paremos porque la lista, Papa incluso, puede ser larga e inhóspita para unos y otros.

La democracia, un régimen malo pero mejor que todos los demás, puede incubar dictadores. Cierto. Sin embargo, es seguro que las democracias, cuando se acamellan ante lo políticamente correcto a derecha e izquierda, producen majaretas y carajotes incansables, esto es, tontos constitucionales y peligrosos, para quienes los hechos y la verdad importan un pimiento.

A ver, Melendi, explícales cómo quitarse las gafas ideológicas al modo de Unamuno.

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