Colabora
Francisco Pérez Abellán

El Rambo de Teruel

Es un serbio atlético, fibroso, con músculos de alambre, acostumbrado a sobrevivir comiendo raíces y hierba.

Tiene los ojos como peceras muy abiertas en las que nadan pupilas inquietas que miran de forma penetrante. Es un serbio atlético, fibroso, con músculos de alambre, acostumbrado a sobrevivir comiendo raíces y hierba. También es capaz de adoptar quince identidades distintas. Presunto autor de tres asesinatos en Italia y otros tres, recientes, en España. Es el llamado Rambo de Teruel, Igor el Ruso. En realidad, un serbio de 41 años, de nombre Norbert Feher, que es una auténtica máquina de matar.

Dio muerte a dos guardias civiles, Victor Romero y Jesús Caballero, así como al ganadero José Luis Iranzo, a los que tiroteó entre los municipios turolenses de Albalate del Arzobispo y Andorra de una forma fría y profesional: logró herir de muerte a los agentes aunque llevaban chaleco antibalas apuntando a las caderas y las ingles. Luego salió huyendo y fue capturado tirado en el suelo, adormilado, con las dos pistolas de los agentes sobre el pecho, tras abandonar la pick up de la que se había apropiado.

Venía de cumplir condena por abusos sexuales y estaba perseguido en Italia por haber dado muerte presuntamente a un guarda forestal, a un camarero y al dueño de un estanco. Se le perdió la pista en abril. Según sus compinches, tenía previsto esconderse en España, donde conocía al menos a tres chicas; con dos de ellas, de Valencia, se carteaba. La tercera podría ser una cubana residente en Madrid. Su destino podrían ser tierras levantinas pero se perdió en Teruel, nadie sabe por qué. De pronto, en las casas apartadas de Ariño, Albalate y Andorra, se empezó a sufrir un número anómalo de robos y asaltos. El día 5 de diciembre, cuando un vecino acompañado por el cerrajero intentó entrar en su propiedad, se encontró que el que había estropeado la cerradura le recibía a tiros. Enseguida se vio que el tipo tiraba a matar.

Empezó una dura caza del fugitivo, pero en la ignorancia de que se estaba ante un peligroso Rambo, con entrenamiento de fuerzas especiales, escapado de una guerra no muy lejana. La pareja de guardias que andaba tras sus pasos, gracias a la ayuda de Iranzo, muy querido en su localidad, fue sorprendida por el falso ruso, que les disparó sin titubear, como hizo igualmente con el ganadero.

Los turolenses de las zonas afectadas hace mucho que se sienten poco protegidos, con escasez de efectivos policiales y un tanto olvidados. La cosa ahora es saber si esta tragedia pudo evitarse. Desde Italia avisaron de que este peligroso delincuente se dirigía a España. La Guardia Civil realizó una tarea rápida y efectiva de localización y detención del individuo, que hoy come caliente y recupera forma física, ya que estaba muy deteriorado por la vida a la intemperie. Ha sido trasladado a una celda de alta seguridad de la cárcel de Zuera por temor a que intente la fuga. Ahora, diputados de la oposición quieren saber en el Parlamento cómo se llevaron a cabo las tareas de prevención y el operativo de rastreo.

Acostumbrado al heroísmo y la entrega de los miembros de la Guardia Civil, que en este asunto ha entregado las vidas de dos de sus mejores hombres, cosa en la que no le va a la zaga la Policía Nacional, en mil y una historias en las que suplen con esfuerzo y valor la escasez de medios, ya adelanto que, si ha habido algún fallo, no ha sido de los hombres de a pie, sino de la estructura defectuosa.

Si un juez italiano advirtió de que venía para acá el diablo sobre ruedas, debieron haberle estado esperando. Si se percibió en su totalidad el mensaje de salvajismo con el que fueron agredidas las dos primeras víctimas, una de ellas con un tiro en el hígado, el operativo debió haberse forzado al máximo. Teruel se merece la paz y tranquilidad en sus tierras que la Guardia Civil, cuerpo con vocación rural, le ha dado. Y, sin ninguna duda, un refuerzo de la vigilancia.

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